Transforma tu preocupación en una oración, de esas donde tus silencios, lágrimas y suspiros expresan con elocuencia tu sentir.
Para esos días
adobados con ansiedad y alboroto…
Querido Jesús,
gracias por escucharme con amor y paciencia. Sabes perfectamente cómo me
siento.
Mi corazón es un libro abierto en
tus manos. No hay nada oculto en mí, lo sabes todo.
Te ofrendo esta vulnerabilidad asfixiante que me impide descansar mis
pensamientos y emociones en tu abrazo de paz.
Calma el bullicio en mi interior, para escucharte con claridad. Enséñame a
no temerle al silencio, a saborear la riqueza que se respira en su compañía.
Abrázame con tu gracia, espanta mis
miedos con tu amor.
Acurrúcame en tu pecho, y si lloro, apriétame un poquito más fuerte.
Susurra palabras de dirección y afirmación; abre mi espíritu a tus
posibilidades.
Jesús, mis emociones insisten en caminar en dirección opuesta a mi fe, sin
embargo, decido aferrarme a lo que creo, no en lo que siento. Creo en tu amor,
en tu cuidado, en que ningún detalle de mi vida escapa de tus dulces manos
soberanas
Gracias por entenderme, por no juzgarme, por no compararme con otros ni
exigirme más de lo que humanamente puedo hacer.
Gracias por permitirme llorar libremente en tu regazo, por recordarme que sentir
mis emociones a todo color e identificarlas, es una expresión genuina de fortaleza.
Mis lágrimas manifiestan elocuentemente lo que no puedo expresar con palabras,
y tú me entiendes a la perfección.
Te ofrendo mis nudos internos y mis garabatos mentales. Descanso en la
seguridad de tu amor por mí.
Gracias Jesús.
¡Amén!
________________
Amor y gracia,
Sandy