“Siente lo que sientes. Acepta tu vulnerabilidad como parte de tu proceso
de transformación”, me dijo el autoconocimiento mientras platicábamos el otro
día.
Querida amiga,
Está bien no estar bien.
Aquí entre nos, me imagino que estar bien todo el tiempo debe ser
cansón… no sé, quizás porque la fuerza interior que guía mis pasos, por lo
general, germina en el terreno árido de los días grises donde no estoy bien. Si prestas
un poquito de atención a tu historia no dudarás en darme la razón.
A veces llegan sin avisar, tocan a nuestra puerta y nos entregan “la encomienda" —la oportunidad de transformación a través de pasitos incómodos, cortos y temblososos de fe—.
Y, aunque en su momento queremos salir disparadas por el techo o llorar
hasta desaparecer, si abrazamos “la
encomienda”, a su debido tiempo cosecharemos su dulce fruto.
Aprendemos a mirar el camino recorrido con gratitud, conscientes de que la
tormenta que nos puso de rodillas, también nos despertó, nos hizo más fuertes y
nos alineó con nuestro propósito de vida.
Así que, está bien no estar bien todo el tiempo.
Amor y gracia,