Las lágrimas son parabrisas del alma —alivian los nudos internos y regalan visibilidad del camino.
Soy humilde, no en menospreciarme frente a otros, sino en aceptar que estoy
cansada fisica, mental y emocionalmente. Lo primero, daña mi amor propio; lo segundo, me invita a cultivarlo.
Respiro. Me abrazo con compasión, me refugio bajo el amor soberano que me
invita a soltar todo lo que está fuera de mi control.
Soy honesta con mis emociones —siento lo que
siento, sin juzgarme—. Desde el amor y la comprensión le doy la bienvenida al
tsunami multicolor que me visita, las dejo pasar como nubes que vienen y van. Como
siempre, solo vienen de pasada.
Bailo bolero con mi respiración, sintonizo mi alma en su estación favorita —ahí
donde cantan sus sueños, donde la creatividad toma café en el regazo de la
gracia y encuentra descanso.
Lloro si siento hacerlo, las lágrimas están ahí para eso, ¿no? Me invitan a
transitar mis circunstancias de una manera sana y honesta. Soy humana, soy
sensible, soy llorona, y muy honrada de serlo. Una virtud anhelada por muchos.
Soy una mujer valiente que está cansada y necesita recargar las pilas a
través del silencio, la calma y la lentitud.
Soy una mujer valiente, emocionalmente drenada y necesitada de respirar
despacito, mientras disfruta su cafecito mañanero y conversa con su creador.
Estoy transitando el camino hacia mí misma, cultivando el amor propio, aprendiendo
a escuchar y respetar el lenguaje de mi cuerpo.
¡Eso también es valentía!
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Amor y gracia ♥️
Sandy