sábado, agosto 12, 2023

SANA, CRECE, FLORECE

 

Regálate la misma empatía que concedes a los demás.

 


Hoy necesito pensar en mí.

Tengo paciencia conmigo. Abrazo el momento presente y las circunstancias que me rodean. Descanso en el amor de Dios y en su mano soberana que siempre me lleva a puerto seguro.

Acepto la invitación del silencio, escucho detenidamente el lenguaje de mis emociones. Lloro si siento hacerlo, no me excuso por mi vulnerabilidad ni me escondo detrás de la fragilidad de pretender una fortaleza inexistente.

Admito que estoy cansada, que mis heridas duelen, que mi fe se tambalea, que necesito un abrazo de mi creador. Intercambio el bullicio en mi interior por sus palabras de paz y afirmación.

Hoy necesito pensar en mí.

Pongo en pausa las opiniones de los demás —sus expectativas, sus consejos buenos o malos, y hasta sus buenas intenciones. Mi alma solloza; necesito escuchar su voz, regresarla a su lugar de refugio y plenitud.

 Revalúo aquello que nubla mi estabilidad emocional. A través del regalo de la oración suelto todo lo que está fuera de mi control. Doy un paso de fe, miro a Jesús, me regala su mejor sonrisa.

Hoy necesito pensar en mí.

Disfruto una taza de café en el aquí y ahora. Presto atención a la riqueza del presente sin juzgarme por tomar tiempo para descansar. 

¡Me lo merezco! ¡Claro que me lo merezco!

 Mis cargas se sienten menos pesadas —mi fe baila al ritmo de la perspectiva divina, puedo ver más allá de mis limitaciones mentales—.

Me rindo al amor de Dios. Puedo sanar.

Recibo el amor de Dios. Puedo crecer.

Camino en el amor de Dios. Puedo florecer.

Su amor renueva mis fuerzas. Me siento plena, segura y reposada.

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Amor y gracia,

Sandy