Existe una voz superior, un suave susurro que acaricia mi alma y me invita al descanso.
La mesa está servida. El café recién colado. Tú eres la invitada de honor.
No hace falta que hagas, sólo que seas. No se requiere agenda, lista de
cosas por hacer ni marcas de cotejo. Tu presencia es suficiente.
Mientras más complejos sean tus garabatos mentales y emocionales, mayor
comprensión encontrarán tus silencios, tus lágrimas, tus puntos suspensivos.
La honestidad en tu vulnerabilidad es valorada como la máxima expresión de
fortaleza. En tu fragilidad, la fortaleza divina se manifiesta en ti a través
del amor incondicional —susurros de gracia que transforman tus pedacitos rotos
en lumbreras de un nuevo y mejor comienzo—.
La mesa está servida, el café recién colado. Tú eres la invitada de honor.
Las mismas manos que crearon el universo sostienen las tuyas, enjugan tus lágrimas,
te visten de paz y plenitud. El mismo Dios que bordó el firmamento con la dulce melodía de su voz, te invita a descansar tu alma en la seguridad de su
fidelidad.
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Amor y gracia,
Sandy