Quizás el paso de valentía que tanto anhelas comienza con poner en “mute” esa voz que constantemente te desaprueba.
Para mi amiga que se autoevalúa despiadadamente.
Querida amiga:
Gracias por permitirme acompañarte en este momento donde tus emociones
están patas arriba y no puedes ver más allá de la nube gris que obstruye tu
perspectiva. Tranquila, cariño, a todos nos pasa. Lo importante es que
entiendas que no estás sola. Si así lo dispones, con amor y paciencia, esa
mochila que tanto pesa en tu corazón puede debilitarse y transformarse en
oportunidad de crecimiento.
Verás, por años le has brindado café y galletas a las voces de la crítica, la culpa y la autoexigencia desbalanceada, dejando en un rincón la valiosa opinión de las grandes cualidades que embellecen tu ser. Regálate un espacio sin juicios, reservado para reflexionar sobre las sombras y luces de las características que tejen tu esencia.
¿Cuándo fue la última vez que te tomaste un latte en compañía de las
cualidades que admiras de ti misma? Te invito a hacer una lista desde desde la
honestidad y la empatía, como si estuvieras describiendo a tu mejor amiga —esa,
que conoce todo acerca de ti, te ama y no te juzga. Que ríe con tu risa y llora
con tus penas.
Transforma la crítica destructiva en afirmaciones de amor y compasión, honrando
la transformación progresiva que cada paso en la dirección correcta provee.
Háblate con respeto, tanto con palabras como con tus pensamientos, que tu
alma escucha.
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Amor y gracia,
Sandy