A veces, todo lo que la vida nos arroja no es más que una crema exfoliante para sacar lo mejor en nosotras.
Porque hay heridas
que finalmente cicatrizan y merecen nuestra gratitud, aunque solo tenga sentido
para nosotras.
Por esas lágrimas
calientes que rodaron por tus mejillas y que solo tu almohada conoce.
Por los malos
consejos recibidos.
Por las críticas
destructivas.
Por las amistades con
abrazos falsos.
Por las noches en
soledad.
Por las rodillas
temblorosas.
Por tus
inseguridades.
Por tener la valentía
de saltar a los brazos de Jesús hecha pedazos.
Por su amor.
Por su gracia.
Por su fidelidad.
Por vestirte de
alegría.
Por premiarte con
nuevas oportunidades.
Por la realización de
que ninguna lágrima derramada en su regazo pasa desapercibida.
Sonríe, porque esa
sonrisa te ha costado muchas noches en vela.
¡Celebra el camino
recorrido!
Amor y gracia,
Sandy