Ella se sentó sobre la montaña de su abrumado corazón a observar los sentimientos que iban de pasada.
Cuando te
sientas estancada en la vida.
Cuando sientas
que nadie aprecia lo que haces.
Cuando eres todo
para los que te rodean, pero no parece ser recíproco.
Corre a sus brazos, cuéntale tus dilemas. Llora si es necesario y no te disculpes por ello.
Cuando las
preocupaciones de mañana te roben la alegría de hoy.
Cuando tus
sueños parezcan haber perdido la brújula y comienzas a dudar de su validez.
Cuando tus
pensamientos parezcan mercado y tus emociones se niegan a cooperar.
Quédate quieta.
Suelta todo a sus pies. Descansa tu mente en la seguridad de su abrazo.
Escucha los latidos de su corazón; no hacen falta palabras. El poder sanador de su compañía espanta tus miedos, restaura los callejones dolorosos en tu interior.
Cuando la
desesperanza te arrope y se te haga un nudito en la garganta.
Cuando las dudas
lluevan sobre tu cabeza y parezca que Dios te ha olvidado.
Cuando la
confianza te abandone y la imposibilidad se ría en tu cara.
Cierra tus ojos físicos, abre los de tu interior. Viste tu perspectiva con sus promesas, calza tu mente con su verdad.
Pasarán, estos sentimientos pasarán. Descansa en la seguridad de su amor.
“Entrégale tus
cargas al Señor, y él cuidará de ti”. –
Salmo 55:22 (NTV)
Amor y gracia,
Sandy