Jesús no vino a aplaudir mi perfección, sino a amar los lugares rotos de mi corazón.
Celebra el camino recorrido…
Muchas
lágrimas derramadas, oraciones aparentemente no contestadas, perdida en mis
razonamientos, ahogada en mis dilemas.
Aquí, en
este oscuro pantano, me enseñaste a desvestir mi historia sin temor a ser
juzgada, a ver mis heridas a través de tus ojos de amor y compasión.
Tu favor
bordó una capa de nuevos comienzos. Me escuchaste, me entendiste, me
acurrucaste es tu regazo
Aquí, en ese
incómodo lugar, aprendí que la sabiduría florece a través de los golpes propios
de la vida y en la decisión de sanar en la calidez de tu abrazo.
Como flor de
loto florezco, justo donde he sido plantada.
Me doy
permiso de abrazar mi vulnerabilidad.
Me doy
permiso de sentir mis emociones a todo color.
Me doy
permiso de reconocer mis virtudes.
Me doy
permiso de verme a través de tu gracia.
Segura de
que tu fidelidad, como siempre, me llevará a puerto seguro.
“¡Levántate
y resplandece, que tu luz ha llegado! ¡La gloria del Señor brilla sobre ti!”
-Isaías 60:1(NV)
Amor y
gracia,
Sandy