Jesús no vino a aplaudir tu perfección, sino a amar los lugares rotos de tu corazón.
Celebra el camino
recorrido
Muchas lágrimas
derramadas, oraciones aparentemente no contestadas, perdida en mis
razonamientos, ahogada en mis dilemas.
Aquí, en este
oscuro pantano, me enseñaste a desvestir mi historia sin temor a ser juzgada, a
ver mis heridas a través de tus ojos de amor y compasión.
Tu favor bordó
una capa de nuevos comienzos. Me escuchaste, me entendiste, me acurrucaste es
tu regazo
Aquí, en ese
incómodo lugar, aprendí que la sabiduría florece a través de los golpes propios
de la vida y la decisión de sanar en la calidez de tu abrazo.
Como flor de
loto florezco justo donde he sido plantada.
Me doy permiso
de abrazar mi vulnerabilidad.
Me doy permiso
de sentir mis emociones a todo color.
Me doy permiso
de reconocer mis virtudes.
Me doy permiso
de verme a través de tu gracia.
Segura de que tu
fidelidad, como siempre, me llevará a puerto seguro.
“¡Levántate y
resplandece, que tu luz ha llegado! ¡La gloria del Señor brilla sobre ti!”
-Isaías 61:1
Amor y gracia,
Sandy