viernes, febrero 11, 2022

EN LO SIMPLE Y COTIDIANO

 

Con el tiempo aprendí que la felicidad es más que sueños cumplidos y vida carente de desafíos.

 


Dicen que la felicidad toma café y que conversa con el silencio mientras contempla el amanecer.

Que conoce la personalidad de cada una de sus plantas. Las mima con palabras de afirmación, consciente de que son receptivas a su amor y cuidado, y aunque algunos se ríen de lo que hace, francamente, parece no importarle. Más bien, suspira y sonríe en total admiración cuando las ve florecer y moverse en perfecta armonía.

Se comenta que le gusta hablar sola y que ríe a carcajadas recordando anécdotas locas o sucesos que en su momento la ridiculizaron, pero  ahora lo percibe como un gran disparate.

 El gran dilema ocurre cuando está en un lugar público o en un grupo de personas desconocidas, y de repente los recuerdos aterrizan sin pedir permiso; le toca hacer malabares para tragarse las risitas y no dejar la impresión equivocada.

También la han visto llorar. Dicen que llora por todo, que es muy sensible, pero ella lo mira como una de sus mayores fortalezas, ya que no todos tienen la facilidad de expresar sus emociones de esta manera.

Que le gusta perderse en sus libros, soñar despierta con el cumplimiento de sus sueños y escuchar canciones de Pavel Nuñez los sábados en la tarde.

Cuentan, que se viste de sencillez y le encanta el rock en español. Que no le da pena cantar en el carro a todo pulmón canciones de Maná y Ricardo Arjona, principalmente cuando la luz está roja. Los que van con ella se sonrojan, piensan que hay que ajustarle uno que otro tornillo, sin embargo, su respuesta siempre es la misma:

 “Quien se atrevió a florecer en el pantano, aprendió a encontrarme en lo simple y cotidiano…

En el aroma a café recién colado, en un bonito recuerdo de infancia, en una charla con el silencio, en la luna llena, en las orquídeas de la ventana.

En el cariño incondicional de los perros, en el ronroneo de los gatos, en el olor de la grama recién cortada, en la sonrisa sincera de un niño, en la llamada de un familiar querido…”.

Y es que la felicidad no es un puerto de llegada, sino la valiente decisión de serlo justo en medio de las circunstancias que nos rodean. No necesariamente con sonrisas y celebración, sino con la esperanza de que algún día estas aguas pasarán y lo mejor viene de camino.

La felicidad sale a tu encuentro cada día. Si prestas un poquito de atención sentirás su compañía y su abrazo.

“Me has dado más alegría que los que tienen cosechas abundantes de grano y de vino nuevo”. Salmo 4:7 (NTV)

Amor y Gracia,

Sandy