Pretender menos y abrazar más mi imperfección —en ese incómodo lugar florece la gracia que tanto anhela mi alma.
Cuando mis
emociones amanecen despeinadas.
Cuando se me
dificulta explicar la razón de la ansiedad que me aprieta el pecho.
Cuando mis
lágrimas hablan más que mil palabras.
Respiro
profundo.
Respiro otra
vez.
Respiro cuantas
veces sea necesario.
Y recuerdo que,
Jesús entiende los garabatos en mi corazón.
Eso me hace
sentir mejor.
Mucho mejor.
Cuando mis pensamientos
parecen cafetería en hora pico.
Y mis emociones,
caricatura de shock eléctrico.
Él no me cuestiona.
No me sermonea.
No me hace
sentir culpable.
Respiro
profundo.
Respiro otra
vez.
Respiro cuantas
veces sea necesario.
Y recuerdo que,
Jesús entiende los garabatos en mi corazón.
Eso me hace
sentir mejor.
Mucho mejor.
Su amor calma
mis miedos.
Su amor me llena
de esperanza.
En sus manos,
mis dilemas son semillas de gracia y propósito.
Soy amada,
comprendida, bendecida.
Saberlo me hace sentir
bien,
Vivirlo, mucho
mejor.
“Él sana a los de corazón quebrantado y les venda las heridas. Cuenta las estrellas y llama a cada una por su nombre. ¡Qué grande es nuestro Señor! ¡Su poder es absoluto! ¡Su comprensión supera todo entendimiento!”
– Salmo 147:3-5 (NTV)
Amor y gracia,
Sandy