Procesa tus emociones en la presencia de Dios. Él entiende, no avergüenza.
¿Sabías que
puedes ser tú misma en la presencia de Dios?
Aunque
obvio, nos hace bien tener pendiente este valioso detalle. Nada como una conversación auténtica con Jesús.
En su compañía
puedes ser, puedes sentir y puedes comunicarte, sin filtros ni pretensiones; es
más, eso es lo que él verdaderamente anhela.
Jesús es
paciente. Entiende que a veces nos cuesta desempacar el cajón de nuestras
heridas más profundas, por temor a no ser entendidas o quizás por nuestra
visión equivocada de su amor, ¿será que estamos más conscientes de nuestras
faltas que de su favor inmerecido y su misericordia?
Nos invita a una
plática honesta, fuera de la religión y de ideas predeterminadas. Una conversación
sin libretos ni palabras rebuscadas, solo la sinceridad de un corazón hambriento
de un abrazo y un beso de su amado creador.
¿Despierta
gratitud?
Jesús te
escucha.
¿Te hace sentir ansiosa? Jesús te escucha.
¿Te da alegría? Jesús te escucha.
¿Te da temor? Jesús te escucha.
¿Te hace sonreír? Jesús te escucha.
¿Tus lágrimas
hablan por ti? Jesús te escucha.
¿No sabes por
dónde comenzar? No te preocupes, no eres la única. A mí me ayuda mucho escribir mis oraciones como si
estuviera redactando una carta, otras veces, a través de susurros suaves como
si estuviera hablando en una biblioteca. Pero, lo más importante que debes
recordar es que, hablar con Dios no es cuestión de fórmulas sino de honestidad.
Jesús entiende
el lenguaje de tu alma, el lenguaje de tus lágrimas y el lenguaje tus
silencios.
“Amo al Señor
porque escucha mi voz y mi oración que pide misericordia. Debido
a que él se inclina para escuchar, ¡oraré mientras tenga aliento!” – Salmo 116:1-2
Amor y gracia,
Sandy