Jesús no te pide que cambies, te pide que le permitas abrazarte en tu condición actual. ¡Su amor se encarga del resto!
¿Qué tipo de
pensamientos arrugan tu corazón?
¿Qué te preocupa?
¿Cuál es esa carga que hace tan pesado tu camino?
¿Qué te roba la
sonrisa de tu alma?
En medio de la
realidad de nuestros sentimientos reina una verdad soberana que trasciende
nuestro entendimiento humano, nuestras circunstancias y todo cuanto nos rodea.
Es una verdad
poderosa envuelta en simpleza e ingenuidad, quizá por eso muchas veces la
pasamos por alto. No permitas que la lógica y el razonamiento te roben la
esencia de su toque transformador.
¡Jesús te ama!
Sí, puedes
decirlo con confianza y sin temor, independientemente de las
circunstancias que rodean tu vida en este mismo instante.
¡Jesús me ama!
Decide crecer a través
de la belleza de estas tres palabras hasta que su verdad florezca en la
profundidad de tu espíritu —calmando tus pensamientos, trayendo sanidad y armonía
a tus emociones.
Jesús te ama en
tu momento más oscuro.
Jesús te ama cuando
piensas que no eres merecedora de su amor.
Jesús te ama en
tus debilidades, en tus fracasos, en tus errores,
Jesús te ama en
tu tristeza, en tu ansiedad.
A medida que
meditas en su amor incondicional, sabiendo que no necesitas hacer absolutamente
nada para merecer su amor, experimentarás la brisa de gracia y restauración que
solo su aprobación puede brindarte
Vive cada día consciente del amor de Dios por ti, principalmente cuando sientes que no lo mereces.
Amiga, Jesús dejó el cielo para caminar tus calles, para identificarse con tu dolor, para secar tus lágrimas, para escucharte.
Lo dejó todo para
redimirte, restaurarte y bendecirte más allá de tus anhelos más secretos.
¡Puedes reposar
tu corazón en esta verdad!
En su amor eres
verdaderamente libre.
En su amor tus
temores se desvanecen.
En su amor
puedes perdonar y perdonarte.
En su amor eres
abrazada con Su gracia.
En su amor
tienes un nuevo comienzo.
En su amor tus
sueños tienen un nuevo amanecer.
Su amor es tu
fortaleza; sus promesas, tu roca inconmovible; su gracia, tu refugio seguro.
¡Eres
simplemente amada!
“Pero yo soy como el olivo verde que florece
en la casa de Dios; yo confío en el gran amor de Dios eternamente y para
siempre” – Salmo 52:8 (NVI)
Amor y Gracia,
Sandy