viernes, octubre 30, 2020

ESCUCHADA, ENTENDIDA, AMADA

 


Enfócate en Jesús, habla con Jesús, desahógate con Jesús, cuéntale a Jesús, explícale a Jesús, llora con Jesús, espera en Jesús, y poco a poco todo volverá a florecer.

 

 

Orar es bailar con la esperanza.

En ocasiones, acariciar las promesas de Dios con mi fe imperfecta ­ —con más peguntas que respuestas. Con más susto que confianza. Con menos palabras y más lágrimas.

Sin embargo, no juzgas mi humanidad ni me haces sentir inadecuada.

Me escuchas pacientemente. Me invitas a dejar las pretensiones, a ofrendarte los rinconcitos más vulnerables de mi corazón —los que nadie comprende, los que de solo pensarlos se me hace un nudito en la garganta y comienzo a llorar.

 Siempre me tratas con dignidad y misericordia.

No necesito un repertorio de palabras espirituales para ganarme tu atención. Puedo llorar amargamente en tu regazo, sin filtros ni libretos. Con total transparencia, sin temor al rechazo.

Me cubres con tu amor. Me abrazas con tu gracia.


Existen dos tipos de victoria: la que todos ven y aplauden, y la que se logra privadamente a los pies de Jesús.

 

Cubres mi desnudez.

Coses mis heridas con misericordia.

Soy escuchada, entendida y amada.


«¡Ay, si tú me bendijeras y extendieras mi territorio! ¡Te ruego que estés conmigo en todo lo que haga, y líbrame de toda dificultad que me cause dolor!»; y Dios le concedió lo que pidió 

– 1 Crónicas 4: 10 (NTV)


Amor y gracia,

Sandy