viernes, octubre 09, 2020

BOTAS DE COLORES PARA DÍAS LLUVIOSOS


 

Tres cosas la mantienen de pie: Su gracia, Su presencia y el poder de la oración.

 

 

La fe no es una línea recta.

El camino de la fe tiene sus altas y bajas. Hay momentos donde nos sentimos en el tope de la montaña, listas para caminar en las promesas que Jesús ha susurrado a nuestro corazón.

Nuestra perspectiva es clara. El camino está alumbrado. Sentimos a Jesús cerquita, presente y claro en sus diálogos —primavera espiritual que refresca y anima.

Tenemos la valentía de mirar a nuestro gigante a la cara y decirle sin flaquear:  Para Dios no hay nada imposible. Si Él lo prometió, Él se encargará de hacerlo realidad en mi vida.

Sin embargo, los días grises también son parte fundamental de nuestro peregrinaje.

Su llegada tiende a confundirnos, hasta que logramos entender que es el valle donde aprendemos a escalar la montaña —fácil en teoría, más no en la práctica.

La duda se cuela tímidamente en nuestros pensamientos insinuando que “de pronto”, “que quizás”, “que probablemente”, estamos perdiendo el tiempo en creer promesas que humanamente no tienen ningún sentido.

Lo que en la luz logramos tocar y degustar a través de fe, en la oscuridad sentimos que es demasiado bueno para ser verdad.

El razonamiento y la lógica entran en acción con argumentos fundamentados y bien elaborados.

 Pero, justo en medio de ese vaivén emocional debemos recordar que no necesitamos el aplauso de nuestros sentimientos, ni la aprobación de nuestras emociones para avanzar en el camino que Jesús ha trazado para cada una de nosotras.


Se vale abrazar la vulnerabilidad y caminar en fe, aunque sea cojeando.

 

Si Dios lo prometió, descansa segura en su cumplimiento, aunque tus sentimientos te hagan sentir lo contrario.

¡No permitas que la lógica te impida saltar y refugiarte en los brazos de Jesús!

Descansa en Su amor incondicional.

Descansa en Su mano soberana.

Descansa en saber que Su respuesta a nuestra oración supera nuestras expectativas.

Y sí, si sientes que es demasiado bueno para ser verdad, lo más seguro es que estás en la presencia de las promesas de Dios. Acarícialas con tu fe.

¡Salta en los charcos de la vida con tus botas de colores! Porque lo que Dios promete, lo cumple.

“Dios tiene poder para hacer mucho más de lo que le pedimos. ¡Ni siquiera podemos imaginar lo que Dios puede hacer para ayudarnos con su poder!” – Efesios 3:20 (TLA)


Amor y Gracia,

Sandy