“Encuentro a Dios en la esquina de la esperanza y la gracia; justo entre una roca y un lugar difícil”. – Zig Ziglar
¿Qué quieres que
haga por ti?
Imagínate a
Jesús a tu lado, esperando una respuesta de tu parte.
¿Qué le dirías?
¿Cuál fuera tu reacción? ¿Te refugiaras en la seguridad de su abrazo? ¿Te
perdieras en la aprobación de su mirada?
Aunque estemos
conscientes o no, diariamente Jesús nos invita a acercarnos con confianza. Sale
a nuestro encuentro para abrazarnos y escucharnos en nuestro momento de mayor
necesidad.
Para secar
nuestras lágrimas,
escuchar
nuestros dilemas,
o simplemente leer
la elocuencia de nuestro silencio.
Pero, muchas
veces le damos rienda suelta a nuestros pensamientos, y terminamos atrapadas en
un mar de razonamientos y dudas —seguras del poder de Dios, de sus promesas,
pero no de que se puedan hacer realidad en nuestras vidas.
¿Qué quieres que
haga por ti?
Mira como Jesús te regala su mejor sonrisa.
Su mirada te
desarma; con su amor derrite tus preocupaciones.
Con frecuencia,
nuestros razonamientos tienen argumentos tan válidos que se nos dificulta ver
el fruto de nuestra fe.
No te desesperes. Recuerda que la fe no se
siente. Es la decisión de creer en lo que Dios dijo que hará.
Es poner nuestra
mirada en Jesús por encima de la fragilidad de nuestras circunstancias.
Bailar en medio
de la tormenta.
Sonreír por
adelantado.
Esperar con nuestra
mejor actitud. Seguras de que Jesús nos está preparando para tomar posesión de
lo que él ha preparado para nosotras.
“El camino de la fe es una invitación constante a aguas profundas”. – Becky Eldredge
¿Qué quieres que
haga por ti?
No hay
condenación en su tono de voz. No hay exigencias, no hay reproches.
Eres libre de
soltar la carga de tu mente y corazón.
Eres libre de
ofrendar tus temores y limitaciones.
Eres libre de
creer en el milagro que Dios ha sembrado en tu corazón.
Eres libre de
recibir lo que Dios te ha prometido.
Recuerda: no
necesitas permiso de tus sentimientos para saltar a los brazos de Jesús. Al
final, no tendrán más remedio de alinearse a tus pasos de fe.
“Pero benditos
son los que confían en el Señor y han hecho que el Señor sea su esperanza y
confianza. Son como árboles plantados junto a la ribera de un río con raíces
que se hunden en las aguas. A esos árboles no les afecta el calor ni temen los largos
meses de sequía. Sus hojas están siempre verdes y nunca dejan de producir fruto”.
– Jeremías 17:7-8
(NTV)
Amor y gracia,
Sandy