Si abrazas la
paz del silencio, podrás escuchar el suave susurro de Jesús, recordándote que
está cerquita, pendiente y haciendo nuevas y mejores cosas.
¡Y de repente la
vida cambió de coreografía!
Sin consultar,
sin pedir permiso, sin tomar en cuenta nuestra opinión.
De un día para
otro fuimos arropados por lo desconocido, y nuestra fragilidad fue puesta al
descubierto. No somos tan autosuficientes como pensamos.
Tener salud es
tener riqueza.
Los abrazos son
medicina orgánica.
Los buenos
vecinos son nuestros familiares más cercanos.
Tener fe en
Jesús es el antídoto para la desesperanza y lo incierto.
Porque, aunque
nuestro entorno se vista de inseguridad y nuestras emociones sientan la presión
del cambio, podemos descansar en la verdad inconmovible de que Jesús es el
mismo ayer, hoy y por siempre.
Si miramos a
nuestro alrededor es fácil perder el equilibrio, pero cuando nuestro enfoque está
en Jesús podemos ver un nuevo renacer a través de los ojos de la fe, justo en
medio de la imperfección de nuestras circunstancias.
Sé honesta con
tus sentimientos, sé honesta con Jesús. Ofréndale tu vulnerabilidad y
cuestionamientos, a medida que te pierdes en la seguridad de tu amor y
fidelidad.
El secreto está en creerle a Jesús con la simpleza e ingenuidad de un niño, por encima de nuestro estado de ánimo.
El mismo Jesús
que transformó en agua en vino, está pendiente de cada detalle en tu vida.
El mismo Jesús
que multiplicó los panes y los peces, suple de manera abundante cada una de tus
necesidades.
El mismo Jesús
amoroso, misericordioso y milagroso que bajó del cielo para identificarse con
nuestras carencias, está contigo en este mismo instante, a una oración de
distancia. Aunque lo más elocuente que puedas articular sean tus lágrimas, él te
entiende.
La vida puede
estar cambiando de coreografía, pero Jesús se sabe todos los pasos. ¡Él es el
mismo ayer, hoy y por siempre !
Descansa tu
mente y emociones en esta maravillosa verdad.
“El Señor mismo
peleará por ustedes. Solo quédense tranquilos”. – Éxodo 14:14 (NTV)
Amor y Gracia,
Sandy