“Un talón herido
aun puede aplastar la cabeza de la serpiente. Sigue avanzando, incluso si
tienes que caminar cojeando “. – Sarah Jakes Roberts
Algunas heridas
toman más tiempo que otras en cicatrizar. Nos hace bien hacer las paces con este
argumento.
Pasa el tiempo,
leemos libros, escuchamos consejos, asistimos a conferencias, y aunque por
momentos sentimos cierto grado de alivio, la herida sigue sangrando.
Esto no solo
podría generar un tsunami de emociones, sino también una discrepancia en nuestros
sentimientos.
Me explico: por un lado, sabemos que Dios nos ama y que sus promesas son verdaderas; y por otro, nos sentimos atascadas, dándole la vuelta a la misma montaña, pensamos que Dios se ha olvidado de la promesa o que simplemente está enojado con nosotras.
Me explico: por un lado, sabemos que Dios nos ama y que sus promesas son verdaderas; y por otro, nos sentimos atascadas, dándole la vuelta a la misma montaña, pensamos que Dios se ha olvidado de la promesa o que simplemente está enojado con nosotras.
Creo importante
y sanador sentir lo que sentimos, más no permitir que nuestros sentimientos
pongan en tela de juicio el amor de Dios, el poder de su gracia, la soberanía
de su palabra ni la fidelidad de sus promesas.
“Procesa tu dolor en la presencia de Dios”.
– Sheila Walsh
Jamás te
avergüences de ofrendar tus heridas más vulnerables a Jesús. Él te ama, él te
entiende, y en su presencia encontramos una fuente inagotable de sanidad y restauración.
La sanidad
emocional no es una línea recta, sino más bien como una montaña rusa –con sus
altas y bajas.
Con frecuencia,
la voz del temor habla más fuerte que la voz de la fe, pero si aprendemos a
escuchar el dulce susurro de Jesús en medio de los ruidos internos que luchan
por nuestra atención, saldremos victoriosas.
La voz de Jesús
trae calma.
La voz de Jesús
renueva los lugares rotos de nuestra alma.
La voz de Jesús
nos mima y nos hace sentir seguras.
La voz de Jesús nos
premia con propósito y dirección.
El crecimiento
eficaz ocurre lentamente, y es precisamente en el proceso donde con regularidad
recibimos nuestro milagro de sanidad emocional.
Así que no te
desanimes. Nuestros sentimientos van y vienen, pero las promesas de Dios son
terreno fuerte y seguro dónde podemos construir nuestra vida.
Amiga, ten
paciencia contigo misma. Ten paciencia con la obra de arte que Jesús está
bordando en tu interior... valida su palabra por encima de todo aquello que
intente contradecirla, asi sean tus propios pensamientos.
Crea el ambiente
para recibir de Jesús. Abraza el silencio, medita en sus promesas, aférrate a
su amor y a su favor inmerecido.
Jesús está
cerquita de ti, pendiente de cada detalle en tu vida. Entra en su reposo.
¡Jesús siempre
gana!
“Sus fieles
promesas son tu armadura y tu protección “. - Salmo 91:4 (NTV)
Amor y gracia,
Sandy