viernes, abril 03, 2020

AFIRMACIÓN PARA UN CORAZÓN CON MÁS PREGUNTAS QUE RESPUESTAS



“Tenemos la oportunidad de simplemente sobrevivir o de permitir que nuestros desiertos produzcan oro en nuestras vidas”. 

– Katherine Ruonala



Conozco esa mirada…

Déjame secar esas lágrimas… no te preocupes, no estás sola. Entiendo como te sientes, créeme que lo sé, pero existe una realidad mayor que esa avalancha de emociones que te consume.

Aunque te sientas temerosa, Jesús está cerquita de tí. Tus oraciones son escuchadas, tus lágrimas son tomadas en cuenta.

En este momento te sientes atrapada en un mar de imposibilidad, pero precisamente esa es la especialidad de nuestros Dios —abrir caminos en el desierto, ríos en lugares secos, puertas que nadie puede cerrar, y crear oportunidades que superan nuestras expectativas—.

¡Absurdo! Grita tu razonamiento, y esta es la mejor parte, porque la fe camina en vía contraria a lo que tiene sentido y se burla de lo que puedes percibir con tus ojos naturales.


“Hacer oraciones que asustan significa pedir por lo imposible y creer que puede suceder”. – Lisa Bevere



Pero ¡Dios no te trajo hasta aquí para abandonarte! Dios te trajo hasta aquí para cambiar tu perspectiva, para enseñarte a bailar sobre las olas de la adversidad, para que entiendas que no es en tus propias fuerzas, sino en Su soberanía, en Su amor y en Su gracia.

Amiga, muchas veces nuestras emociones hablan más alto que nuestra fe. No pierdas la calma, Dios tiene la última palabra. Valida tus sentimientos, pero no permitas que ellos decidan por ti.

No es cuestión de cómo te sientes, sino en quién tienes puesta tu confianza, tu esperanza y tu fe. Dios es más grande que nuestros temores, que nuestras circunstancias, que esa avalancha de malas noticias que arropa nuestro planeta. Dios nos ama, nos cuida y tiene un plan maravilloso debajo de su manga soberana.

El camino de la fe no es el más transitado, pero es el más seguro. ¡Sigue creyendo! Dios no se ha olvidado de nosotros.

Ofrenda tu vulnerabilidad y tus dudas a Jesús; descansa en su abrazo, en su compresión, en su amor, en sus promesas… verás como poco a poco las cargas de tu mente y corazón se disipan en el reposo que sólo encuentras en su presencia.

Enfócate en Jesús, habla con Jesús, desahógate con Jesús, cuéntale a Jesús, explícale a Jesús, llora con Jesús, espera en Jesús, y verás como todo comienza a florecer… poco a poco, un día a la vez.

“En esos días, cuando oren, los escucharé. Si me buscan de todo corazón, podrán encontrarme. Sí, me encontrarán —dice el Señor—. Pondré fin a su cautiverio y restableceré su bienestar”. - Jeremías 29:12-14 (NTV)

Amor y Gracia,

Sandy