Generalmente, el
paso de fe que Jesús espera de mí es que acepte su gracia, suelte la carga y
disfrute de su amor.
Hoy necesito
pensar en mí.
Tengo paciencia
conmigo misma.
Abrazo mi
presente y las circunstancias que me rodean,
descanso en el
amor de Dios y en su mano soberana que siempre me lleva a puerto seguro.
Acepto la
invitación del silencio; escucho detenidamente mis sentimientos.
Lloro si siento
hacerlo. No me excuso por mi vulnerabilidad, ni me escondo detrás de la
fragilidad de pretender una fortaleza inexistente.
Admito que estoy
cansada, que mis heridas a veces duelen, que mi fe está temblorosa, que
necesito saltar a los brazos de Jesús y perderme en su aprobación, en su
afirmación, en su paz.
La sanidad florece en el corazón que rinde sus heridas a Jesús.
Hoy necesito
pensar en mí.
Pongo en pausa
las opiniones de los demás, sus expectativas, sus consejos buenos o malos, y
hasta sus buenas intenciones, para poder escuchar con claridad la conversación
que Jesús desea tener conmigo.
Me niego a
sacrificar esta invitación sagrada en el altar de opiniones humanas.
Nada, absolutamente nada, sustituye el tiempo que paso a solas con Jesús.
Hoy necesito pensar en mí.
Me doy permiso
de revaluar todo lo que nubla mi estabilidad emocional.
A través del
regalo de la oración suelto todo lo que está fuera de mi control.
Doy un paso de
fe.
Miro a Jesús.
Me refugio en su
abrazo.
Me regala su
mejor sonrisa.
En mi momento de mayor vulnerabilidad recuerdo que Jesús me ama, me entiende y me da belleza a cambio de mis cenizas.
Hoy necesito
pensar en mí.
Comparto una
taza de café con el silencio, escucho la elocuencia de su voz.
Mis cargas se
sienten menos pesadas.
La perspectiva
divina alimenta mi fe.
Puedo ver más
allá de mis limitaciones mentales.
Su amor renueva
mis fuerzas.
Me siento plena, segura, reposada.
Hoy Necesito
Pensar en mí.
Me rindo al amor
de Jesús. Puedo sanar.
Recibo su amor.
Puedo crecer.
Camino en su
amor. Puedo florecer, puedo amarme a mí misma.
“En la
tranquilidad y en la confianza está su fortaleza”. – Isaías 30:15 (NTV)
Amor y Gracia,
Sandy