viernes, febrero 28, 2020

NO ESTÁS SOLA



El amor de Dios es tan grande y maravilloso que nos toca desenvolverlo y degustarlo cada día.



Desde antes de nacer me amaste. Desde el vientre de mi madre me aprobaste. Me hiciste a la medida perfecta de la vida que diseñaste para mí. Y aunque no siempre estuve consciente de ello, puedo mirar el camino recorrido y suspirar, al mismo tiempo que la realización de tu presencia me hace sonreír.

Siempre has estado conmigo.

Desde antes de nacer me conociste. Tatuaste tu propósito en mi corazón. Me creí dueña de mi vida tomando decisiones sin darte participación, no porque no eras importante, sino porque te creí distante y enojado conmigo. Sin embargo, el bien y la misericordia que me prometiste, siempre me han acompañado, principalmente, en los pozos ciegos del camino.

Siempre has estado conmigo.

Desde antes de nacer sabias de mis tropiezos y fracasos. Tejiste un manto de gracia con el hilo de tu amor, y cubriste mi desnudez. Enjugaste cada una de mis lágrimas, me devolviste la sonrisa y me enseñaste a bailar al ritmo de tus promesas. Abriste camino en medio de lo imposible y elevaste mi perspectiva.

Siempre has estado conmigo.

Siendo Dios, preferiste venir al mundo a través de un árbol familiar imperfecto; elegiste lo débil y despreciado a los ojos humanos para identificarte con los capítulos de mi vida que  han quebrantado mi corazón.

Jesús conmigo en mi tristeza.

Jesús conmigo en mi alegría.

Jesús conmigo en mis temores.

Jesus conmigo en mis dudas.

Jesús conmigo en mi ansiedad.

Jesús conmigo en mi necesidad.

¡Sanando! ¡Restaurando! ¡Restituyendo!

Puedo compartirte mis bendiciones, mis alegrías y los pedazos rotos de mi historia.
En tu presencia hay abundancia y plenitud para cada una de mis carencias.

No estoy sola.

¡Siempre has estado conmigo!

 “No tengan miedo, ¡yo estoy aquí!” – Jesús (Juan 6:20)

Amor y Gracia,

Sandy