Si Dios lo dijo, créele. Aunque tus pasos
de fe sean cortos, lentos y temblorosos.
Para mi amiga esperando el cumplimiento de
las promesas de Dios mientras batalla con sus emociones despeinadas…
A veces sientes que estás estancada en el
mismo lugar, como si le dieras vuelta a la misma montaña una y otra vez.
Los argumentos y la voz dictatorial de tus
pensamientos luchan arduamente por desanimarte y robarte la palabra que Dios ha
sembrado en tu corazón.
Has dudado que fue Él quien te lo prometió.
Piensas que de pronto escuchaste la voz equivocada o que no eres merecedora de
su cumplimiento en tu vida.
Entras a las plataformas sociales y te da
la impresión de que todos están felices
—viviendo vidas divertidas, haciendo
sus sueños realidad—, menos tú.
Quiero que sepas que no estás sola, me
atrevo a decir que todos nos hemos sentido así en algún momento. Yo, en más de una ocasión, y por
largas temporadas.
Amiga, estás en el lugar correcto de tu historia —estás
creciendo, estás avanzando, estás tomando posesión de tu tierra prometida,
aunque sientas que no está pasando nada.
No me mires con esa cara de incredulidad; es
que nos es más fácil ver los colores y las alas de los demás, que las que Dios
nos ha dado por su gracia, a través de cada paso de fe.
Crecer en fe se asemeja más a una cucharada de medicina amarga que a un bocado de tu postre favorito.
Es como caminar sobre espinas, sintiendo
fuegos artificiales en el estómago
—aferrada a una verdad mayor que tus dudas,
circunstancias y sentimientos encontrados.
Así que, querida amiga, no estás estancada,
Dios no se ha olvidado de ti, ni de la promesa que te hizo.
Estás creciendo.
Estás avanzando.
Dios te lleva en sus brazos a través de
cada parte del proceso.
Su provisión supera tu necesidad.
¡Sigue creyendo que vas muy bien!
“Y esa esperanza no acabará en desilusión.
Pues sabemos con cuánta ternura nos ama Dios, porque nos ha dado el Espíritu
Santo para llenar nuestro corazón con su amor” -Romanos 5:5 (NTV)
Amor y gracia,
Sandy