El amor de Dios
es un regalo tan grande y maravilloso que nos toca desenvolverlo y degustarlo
todos los días.
Jesús te invita
a tomar café…
Ordena el latte
más grande que tengan disponible para alargar la plática y disfrutar de tu
compañía sorbito a sorbito.
Te ofrece un pedazo de pan recién horneado y
aprovecha la oportunidad para recordarte que de la misma manera que alimentó a
miles con solo cinco panecillos, de igual manera multiplica su misericordia y
favor cada día sobre tu vida.
Jesús te invita
a tomar café…
Toma tus manos
entre las suyas y te sonríe… tu interior se transforma en una majestuosa
exhibición de fuegos artificiales, deseando que este momento no termine jamás.
En su sonrisa
encuentras afirmación. Por primera vez en mucho tiempo tu corazón descansa como
si nunca hubiera conocido de heridas, fracasos y temores.
Notas las
heridas en sus manos. Agachas la cabeza,“lo hice por
amor a ti. Alegras mi corazón cuando recibes mi perdón. Si fueras merecedora de mi gracia, entonces no sería
gracia”, te dice mientras acaricia tu mejilla.
Jesús te invita
a tomar café…
Te recuerda que para ganarle la batalla a tus
emociones debes renovar tu mente con su verdad —llevando cautivo todo
pensamiento que contradiga lo que él dice y piensa de ti—.
Que no tienes
que tratar de hacerlo todo en tus propias fuerzas, sino que en su reposo
avanzas, creces y eres transformada.
Jesús te invita
a tomar café…
Te pide que
pongas tus dedos en sus cicatrices y mirándote con ternura y firmeza, te dice
que su gracia es mayor que la suma de todos tus pecados y que es necesario que
la recibas para caminar en victoria sobre la culpa, la vergüenza y la
condenación.
Te da un beso en
la frente, seca las lágrimas que ruedan lentamente por tu rostro y afianza tu
corazón en la verdad de que la felicidad es también parte de tu herencia y
propósito en él.
Jesús te invita
a tomar un café…
¡Acepta sin vacilar!
Me ha enviado a
darles una corona en vez de cenizas, aceite de alegría en vez de luto, traje de
fiesta en vez de espíritu de desaliento. -Isaías 61:3
Amor y gracia,
Sandy