viernes, noviembre 22, 2019

EL ARTE DE APRENDER A RECIBIR



Jesús quiere que creas, vivas, abraces y celebres la opinión que él tiene de ti.



Con frecuencia pensamos que estamos esperando en Dios, cuando en realidad es él quien está esperando por nosotras.

Te invito a pintar en el lienzo de tu imaginación la siguiente historia:

Jesús se encuentra frente a ti con una sonrisa “luna nueva” que le hace juego con su mirada tan dulce y tan llena de amor que te envuelve en plenitud y significado.

Son tantas las emociones lindas que danzan en tu interior que quisieras que el tiempo se detuviera, perderte en su mirada y disfrutar de la paz que solo su compañía puede ofrecer.

Extiende sus brazos hacia ti con un hermoso regalo. “Mira lo que tengo para ti.  Aquí está mi gracia representada en cada una de mis promesas. Lo único que tienes que hacer es aceptarla en gratitud y humildad, consciente de que no hay nada que puedas hacer en tus fuerzas humanas para ganarla o merecerla. Tómala es tuya”, te dice con ternura.

Lo más lógico es aceptar el regalo y dar las gracias, ¿no es lo que hacemos con nuestros familiares y amigos?

¡Ay, pero como nos cuesta recibir el favor inmerecido de Dios!


“Se necesita humildad para recibir lo que sabes que no puedes ganar y fe para abrazar una gracia tan radical”. – Katherine Ruonala



El mismo Jesús que dibujó el poder de su amor a través de la historia de Las Cien Ovejas, hoy sale a tu encuentro para llevarte segura en sus brazos y recordarte que no importa que tan desconectada creas estar de él, su gracia siempre será suficiente.

No lo dejes con los brazos extendidos. Muchas veces el paso de obediencia que Dios espera de nuestra parte es que aceptemos su gracia favor gratuito e inmerecido— y caminemos en la seguridad que sus promesas nos ofrecen.

Yo creo que uno de los grandes obstáculos que nos impide tomar posesión de esta maravillosa herencia en Jesús es que hemos creído que necesitamos el permiso de nuestros sentimientos para creerle a Dios.

 Yo siento que no lo merezco, yo siento que esa promesa no aplica a mi situación, yo siento que Dios está cansado de mí, yo siento que mis oraciones no son escuchadas, yo siento que Dios no me entiende, yo siento que perdí la esperanza, etcétera, etcétera.

Amiga, la fe es una decisión. Un poquito de fe, aunque sea del tamaño de una semilla de mostaza es todo lo que necesitas. 

Su gracia es suficiente.

 A medida que permites que su amor conquiste cada rinconcito de tu mente y corazón, tus sentimientos también querrán bailar al ritmo de sus promesas.

Fe es creer, creer es confiar, confiar es soltar, soltar es descansar, y el descanso trae felicidad.

“De su plenitud todos hemos recibido gracia sobre gracia, pues la ley fue dada por medio de Moisés, mientras que la gracia y la verdad nos han llegado por medio de Jesucristo”. – Juan 1:16-17 (NVI)

Amor y Gracia,


Sandy