viernes, octubre 25, 2019

EL ENCANTO DE SER YO MISMA


No permitas que las heridas y los tropiezos del camino empañen tu belleza y dignidad.



Levanten la mano aquellas que cuando le dicen un halago automáticamente lo archivan en el expediente de cumplidos.

¿Me permiten levantar las dos manos y las dos piernas? ¡Gracias!

¡Qué cosa! Es impresionante como muchas de nosotras le prestamos más atención a la crítica que al elogio, y hasta hemos hecho el hábito de boicotearnos con modestia y humildad —gracias por decirme que estoy bonita, lo que pasa es que tú me miras con los ojos del corazón.

Posible traducción: Menos mal que me miras con los ojos del corazón, porque si me miras con los de la cara te vas a dar cuenta lo fea que soy.  

El otro día me encontré en el supermercado con una amiga que teníamos tiempito sin vernos, ella me dijo, “Oye Sandy, pero tú estás igualita”, y mi respuesta en automático fue, “No digas eso chica, los años no pasan en vano, acabo de cumplir cuarenta y siete”. O sea, me autodestruí a la máxima potencia, no por haber dicho mi edad, sino por no haber aceptado el piropo.

¡Ojo! Eso ocurrió el año pasado, así que ya tengo cuarenta y ocho primaveras.

 Un “muchas gracias” dicho de corazón, como la que recibe un ramo de flores, hubiera sido la reacción correcta.

Yo creo que actuamos así, porque hemos permitido que nuestros temores, fracasos, imperfecciones e inseguridades nos definan, y al creernos la mentira, nos convertimos en eco de la misma.


La única cosa que puede determinar mi valor es la opinión de quién me creo. 


– Steven Furtick



Nuestra verdadera identidad está en Dios, no en lo que hacemos, en lo que tenemos, en lo que los demás piensan de nosotras ni en las voces equivocadas en nuestro interior.

No somos nuestros temores, nuestras malas decisiones ni nuestros fracasos.

¡Somos quien Dios dice que somos!

¡Tenemos lo que Dios dice que tenemos!

¡Podemos lograr todo lo que Dios nos ha dado la habilidad de lograr!

Amiga, es tiempo de crear el hábito de creerle a Dios, es tiempo de tomar posesión de nuestra riqueza en Él.

¡Somos hijas de Dios!

¡Herederas de Sus promesas!

¡Herederas de sus riquezas!

¡Vasijas de su gracia!

Disfrutemos el encanto ser nosotras mismas recibiendo nuestra identidad de las manos de nuestro creador.

“Porque te amo y eres ante mis ojos preciosa y digna de honra”. – Isaías 43:4 

Amor y gracia,

Sandy