No permitas que
las heridas y los tropiezos del camino empañen tu belleza y dignidad.
Levanten la mano
aquellas que cuando le dicen un halago automáticamente lo archivan en el
expediente de cumplidos.
¿Me permiten
levantar las dos manos y las dos piernas? ¡Gracias!
¡Qué cosa! Es
impresionante como muchas de nosotras le prestamos más atención a la crítica
que al elogio, y hasta hemos hecho el hábito de boicotearnos con modestia y
humildad —gracias por decirme que estoy bonita, lo que pasa es que tú me miras
con los ojos del corazón.
Posible
traducción: Menos mal que me miras con los ojos del corazón, porque si me miras
con los de la cara te vas a dar cuenta lo fea que soy.
El otro día me
encontré en el supermercado con una amiga que teníamos tiempito sin vernos,
ella me dijo, “Oye Sandy, pero tú estás igualita”, y mi respuesta en automático
fue, “No digas eso chica, los años no pasan en vano, acabo de cumplir cuarenta
y siete”. O sea, me autodestruí a la máxima potencia, no por haber dicho mi
edad, sino por no haber aceptado el piropo.
¡Ojo! Eso ocurrió
el año pasado, así que ya tengo cuarenta y ocho primaveras.
Un “muchas gracias” dicho de corazón, como la
que recibe un ramo de flores, hubiera sido la reacción correcta.
Yo creo que
actuamos así, porque hemos permitido que nuestros temores, fracasos,
imperfecciones e inseguridades nos definan, y al creernos la mentira, nos
convertimos en eco de la misma.
La única cosa que puede determinar mi valor es la opinión de quién me creo.
– Steven Furtick
Nuestra
verdadera identidad está en Dios, no en lo que hacemos, en lo que tenemos, en
lo que los demás piensan de nosotras ni en las voces equivocadas en nuestro
interior.
No somos
nuestros temores, nuestras malas decisiones ni nuestros fracasos.
¡Somos quien
Dios dice que somos!
¡Tenemos lo que
Dios dice que tenemos!
¡Podemos lograr
todo lo que Dios nos ha dado la habilidad de lograr!
Amiga, es tiempo
de crear el hábito de creerle a Dios, es tiempo de tomar posesión de nuestra
riqueza en Él.
¡Somos hijas de Dios!
¡Herederas de
Sus promesas!
¡Herederas de sus
riquezas!
¡Vasijas de su
gracia!
Disfrutemos el
encanto ser nosotras mismas recibiendo nuestra identidad de las manos de nuestro creador.
“Porque te amo y
eres ante mis ojos preciosa y digna de honra”. – Isaías 43:4
Amor y gracia,
Sandy