viernes, octubre 04, 2019

BRAZOS QUE ME AMAN Y ME SOSTIENEN



Correr a los brazos de Jesús debe ser nuestra respuesta inmediata, no nuestro último recurso.




Confiarle a Jesús los rincones más vulnerables de nuestro corazón no es tan dificil como parece.

Por un lado, anhelamos su abrazo incondicional y perdernos en la seguridad de su amor. 
Pero con frecuencia las voces del temor y la duda hablan con tal elocuencia que terminamos sacrificando nuestra fe en el altar de la lógica humana.

Soñamos con la idea de ver sus promesas cumplidas en nuestras vidas, pero el susurro constante de nuestras malas decisiones no tarda en recordarnos que no somos merecedoras de tal privilegio.

Y así dejamos pasar la vida, aceptando argumentos y razonamientos que nos hacen prisioneras de nuestra historia. Como si el amor y misericordia de Dios estuvieran reservados para los más santos y perfectos.

¿Por qué? ¿Por qué se nos hace tan fácil rendirnos ante esta distorsión del carácter de Dios?

Simple: Porque no conocemos su corazón hacia nosotras.

Es que los parámetros divinos no son los del hombre.

Pensamos que debemos ganarnos su amor y su aprobación en nuestras propias fuerzas. Entonces, cuando fallamos, caemos en frustración y creemos que Dios está enojado con nosotras o que está muy ocupado para escuchar nuestro clamor.

Cuando rendimos nuestro razonamiento y recibimos el amor de Dios, principalmente en nuestro momento más bajo, seremos testigos de su toque milagroso y de la seguridad que solo encontramos en sus brazos de gracia.


“Este amor nunca falla. Este amor te da propósito, significado y razón para vivir”.


– Gregory Dickow



Amiga, no es nuestra habilidad de amar a Dios y servirle lo que nos hace victoriosas, sino nuestra incapacidad de ayudarnos a nosotras mismas, y recibir con humildad su amor cuando sabemos que no lo merecemos.

Lee el párrafo anterior mil veces si es necesario. Cópialo, escríbelo en una libreta. Pídele a Jesús que te revele la profundidad de su amor por ti.

Vale la pena emprender el viaje. Te aseguro será lo más importante que hagas en toda tu vida. En Su amor está la plenitud de la vida.

Y a medida que rindes tu corazón a la dulzura de su amor, te sentirás cómoda abriendo los lugares más vulnerables y las heridas más profundas de tu corazón.

Caminarás en la seguridad de sus promesas aunque tus circunstancias dicten lo contrario.

Descansa en la verdad de que Jesús te entiende y que sus brazos de amor siempre te sostendrán.

¿Amén?

¡Amén!

“Es mi deseo que experimenten el amor de Cristo, aun cuando es demasiado grande para comprenderlo todo. Entonces serán completos con toda la plenitud de la vida y el poder que proviene de Dios”. – Efesios 3:19 (NTV)

Amor y Gracia,

Sandy