viernes, septiembre 13, 2019

EN SUS BRAZOS DE GRACIA



En Su amor nuestras heridas son bordadas con hilo de gracia.




Te encontró en cadenas —incapaz de moverte, hablar, ayudarte o defenderte—. Vio belleza en ti cuando aún estabas en harapos, y no vaciló en abrazarte en tu peor momento.

Salió a tu encuentro anhelando tu regreso. Feliz de volverte a ver, emocionado de tenerte otra vez entre sus brazos.

Al principio no entendías lo que estaba sucediendo, pues esperabas su rechazo y desaprobación, pero poco a poco te perdiste en la dulzura de su mirada y en la paz que sus palabras sembraban en tu corazón.

 “Emmanuel… Emmanuel… Emmanuel”, te dijo una y otra vez —afirmando tu vida en la seguridad de su presencia, calmando la ansiedad que había en tu interior.

Con la autoridad de su voz confrontó cada uno de tus temores…

“¡Déjenla en libertad! 

Es mi hija, mi princesa perdida, y al fin la he encontrado".


La gracia va más allá de la misericordia. La misericordia le dio al hijo prodigo una segunda oportunidad. La gracia le hizo una fiesta. 


–Max Lucado


Te quedaste postrada frente a tu Salvador —el dueño de tu alma, el que te hace feliz, el que te devolvió la sonrisa, el que te hizo bailar una vez más sin vergüenza en tu mirada, sin timidez en tus pisadas.

Te tomó entre sus brazos, te besó en la mejilla, te atrajo hacia su pecho, y entre mimos y palabras de afirmación susurró a tu oído: “No te imaginas cuanto he anhelado este momento”.

Te llevó a su casa —un lugar donde siempre habías soñado estar, un refugio llamado Trono de Gracia.

Amiga, no importa que tan bajo hayas caído, la gracia, el amor y la fidelidad de Dios te sostienen tanto en días grises como en días soleados —cuando sientes no merecerlo, cuando te faltan las fuerzas para creer, cuando piensas que todo está perdido.

Descansa en su abrazo, descansa en la seguridad de su amor por ti.  

¡En su presencia tienes todo lo que necesitas y más!

Pues tú eres mi escondite; me proteges de las dificultades y me rodeas con canciones de victoria. – Salmo 32:7

Amor y gracia,

Sandy