“Tu necesidad
más profunda se trasforma en un regalo cuando te lleva a depender de Dios”.
– Craig
Groeschel
Hace algún tiempo
publiqué una foto muy bonita con el siguiente mensaje: "La vida con Jesús
es divertida", pero cada vez que me encuentro con ella en mi computadora
hay algo en mi interior que no encaja en su totalidad.
No sé, ahora me
suena más a sticker de carro o muletilla, que a la realidad.
No porque al
lado de Jesús no disfrutemos de momentos divertidos, sino porque su caminar con
nosotras no se trata necesariamente de condiciones perfectas, sino de algo
mucho más profundo y valioso que la idealización de un mundo color rosa —justo
en medio de nuestras heridas, nuestros temores y la montaña rusa de nuestras
emociones.
Es posible ser
valiente, llorona, determinada, vulnerable, sensible y temerosa —todo al mismo
tiempo—, sin culpa ni vergüenza. Ya que confiar en Dios es una decisión que
toma un segundo hacerla y toda una vida en crecer a través de ella.
Dios nos creó dependientes de él para que seamos más que suficientes en él.
Es experimentar
la autoridad de su presencia en nuestro momento más amargo, al mismo tiempo que
la dulzura de su compañía dibuja sonrisas con cada una de nuestras lágrimas.
Es la grandeza
de su gracia ungiendo cada herida dolorosa con bálsamo de sanidad,
restauración, destino y propósito, aun en medio de sentimientos encontrados.
Es el poder de
su amor que nos sorprende con bendiciones que superan nuestras expectativas,
haciéndonos bailar de felicidad justo en medio de nuestras circunstancias
imperfectas.
Amiga, recuerda
que nuestra insuficiencia es suficiente en las manos de Dios. Puedes descansar
tu mente y corazón en esta verdad. Es más, ¡Jesús te invita a hacerlo!
¡Estas aguas
pasarán!
Mientras tanto, rinde
tu vulnerabilidad e incapacidad a los pies de Jesús, confirmando tu confianza,
entrega y dependencia.
¡Estas aguas
pasarán!
Mientras tanto,
reposa tu mente y corazón en que su gracia es suficiente y que su poder se hace
fuerte en tu debilidad.
¡Estas aguas
pasarán!
“Por ese motivo
padezco estos sufrimientos. Pero no me avergüenzo, porque sé en quién he
creído, y estoy seguro de que tiene poder para guardar hasta aquel día lo que
le he confiado”. - 2 Timoteo 1:12
Amor y gracia,
Sandy