“Tenemos la oportunidad
de simplemente sobrevivir o de permitir que nuestros desiertos produzcan oro en
nuestras vidas”. – Katherine Ruonala
Conozco esa
mirada…
Déjame secar
esas lágrimas… no te preocupes, no estás sola. Entiendo como te sientes, créeme
que lo sé, pero existe una realidad mayor que esa avalancha de emociones que te
consume.
Aunque te
sientas sola, no lo estás. Tus oraciones son escuchadas, tus lágrimas son
tomadas en cuenta.
En este momento
te sientes atrapada en un mar de imposibilidad, pero precisamente esa es la
especialidad de nuestros Dios —abrir caminos en el desierto, ríos en lugares
secos, puertas que nadie puede cerrar, y crear oportunidades que superan
nuestras expectativas—.
¡Absurdo! Grita
tu razonamiento, y esta es la mejor parte, porque la fe camina en vía contraria
a lo que tiene sentido y se burla de lo que puedes percibir con tus ojos
naturales.
“Hacer oraciones que asustan significa pedir por lo imposible y creer que puede suceder”. – Lisa Bevere
Pero ¡Dios no te
trajo hasta aquí para abandonarte! Dios te trajo hasta aquí para cambiar tu
perspectiva, para enseñarte a bailar sobre las olas de la adversidad, para que
entiendas que no es en tus propias fuerzas, sino en Su soberanía, en Su amor y
en Su gracia.
Amiga, muchas
veces nuestras emociones hablan más alto que nuestra fe. No pierdas la calma,
Dios tiene la última palabra. Valida tus sentimientos, pero no permitas que
ellos decidan por ti.
No es cuestión
de como te sientes, sino en quién tienes puesta tu confianza, tu esperanza y tu
fe. Dios es más
grande que tus temores, que tus circunstancias, que tus carencias. Dio te ama y
te trajo hasta aquí para glorificarse en tu vida. ¡Créelo!
El camino de la
fe no es el más transitado, pero es el más seguro. ¡Sigue creyendo! Dios no se
ha olvidado de ti.
Ofrenda tu vulnerabilidad
y tus dudas a Jesús; descansa en su abrazo, en su compresión, en su amor, en sus
promesas… verás como poco a poco las cargas de tu mente y corazón se disipan en
el reposo que sólo encuentras en su presencia.
“Me has dado a
conocer la senda de la vida; me llenarás de alegría en tu presencia, y de dicha
eterna a tu derecha”. – Salmo 16:11 (NVI)
Amor y Gracia,
Sandy