viernes, abril 12, 2019

LO QUE VEO EN TI


A veces la luz al final del túnel llega vestida de afirmación y esperanza en los labios de alguien que nos quiere de verdad.



Entonces se acercó y me dijo:

Tus sentimientos son válidos. Tienes toda la razón de sentirte como te sientes, y no podría cuestionarte por ello. Estoy segura de que si me encontrara en tus zapatos seguramente reaccionaria igual. Estás en todo tu derecho y yo te entiendo.

Yo también he sufrido abollones que me han dejado comiendo polvo, incapaz de ver más allá de mis heridas —como si de repente todo a nuestro alrededor le faltara color, sazón y sentido. “No es un maíz”, como decimos los dominicanos.

La fe tambalea, las emociones entran en estado de pánico, los sueños se desvanecen, y sentimos que todo lo que nos tocó años construir tienta con derrumbarse en un abrir y cerrar de ojos.

“Yo estoy contigo, hija”. Me dijo Jesús con su mejor sonrisa.


Y en ese instante las cosas están obligadas a cambiar para bien. No porque lo merezcamos, sino porque Jesús nos lleva en sus brazos.

Este no es el momento de pensar que Dios se ha olvidado de ti…
 
Este no es el momento de mirar atrás y desear haber tomado mejores decisiones…

Este no es el momento de rendirte ante el desánimo y ante la realidad que te rodea.

¡Mírame a los ojos y escucha bien lo que te voy a decir!

Si Dios está a tu favor, ¿quién podrá ponerse en tu contra? 

Para él no hay nada imposible. Dios puede hacer en tu vida muchísimo más de todo lo que puedes imaginarte o pedir. 

Él es quien te rescata de las circunstancias difíciles, quien te viste de favor y misericordia. 

¡Descansa en los brazos de aquel que no solo puede, sino que también quiere! Aférrate a esta decisión por encima de la oposición de tus sentimientos o de las dudas que agobian tus pensamientos.

¿Sabes lo que veo en ti?

Un camino abierto.

Un nuevo comienzo.

Un futuro lleno de esperanza patrocinado por la gracia de Dios.

¡Créele a Jesús!

“Los que siembran con lágrimas cosecharán con gritos de alegría”. 
– Salmo 126:5

Amor y gracia,

Sandy