La mujer que
abraza su identidad en Dios vive del aplauso del cielo, no de la opinión
limitada del hombre
¡Eres más que la
opinión que puedan tener de ti y de la que puedas tener de ti misma!
Hace unos días vi
un programa en la tele de chicas buscando el traje de novia de sus sueños. Una
de las participantes decidió probarse el vestido que con tanta ilusión había
recortado de una revista,
Sus ojos se
iluminaron al verlo en persona, y una sonrisa cuarto menguante acompañó tan
sublime momento.
El vestido era
una obra de arte que armonizaba con su figura, su belleza y personalidad. Pero
el encanto se esfumó en el momento que la hermosa joven se miró al espejo y
comenzó a llorar por lo gorda y fea que, según ella, lucía en el traje.
Estaba rodeada
de personas que la amaban, trataban de hacerla entrar en razón, pero estaba tan
arraigada en la percepción equivocada de si misma que les fue imposible.
Aunque me
sorprendió muchísimo su reacción no me atreví a juzgarla, ¿acaso no hacemos
nosotras lo mismo? ¿Cuántas veces preferimos validar la voz de nuestras
inseguridades y razonamientos por encima del amor y la aprobación de Dios?
Nuestra libertad emocional comienza en el instante que tomamos la valiente decisión de vernos de la manera que Dios ve, de soltar lo que Él nos pide que soltemos, y de recibir sin culpa ni cuestionamiento la gracia que nos ofrece.
¿Hasta cuándo
vamos a cargar esas heridas que hacen tan lento nuestro caminar? ¿hasta cuando
vamos a permitirle al enemigo de nuestra alma que pinte el lienzo de nuestra
imaginación con la tinta de nuestros errores?
¡Jesús nos
invita a vernos a través de sus ojos de amor!
¡Jesús nos
invita a soltar las heridas del pasado!
¡Jesús nos
invita a recibir su favor, su misericordia, su abrazo!
¡Jesús nos
invita a validar su opinión por encima de todo y de todos!
Y no te
sorprendas, si en el momento que des el paso de fe para tomar posesión de lo que
te pertenece, tus emociones no aplaudan de inmediato tu decisión. Ten paciencia…
vale más la pena vivir el dolor de la recuperación que quedarnos estancadas en el dolor de la esclavitud.
Amiga, rinde tu mente y corazón a la melodía de su dulce
voz, y deja que la sinfonía de su amor sane cada herida, cada recuerdo, cada
pensamiento equivocado.
A través de su
mirada eres todo lo que necesitas ser para vivir cada día con propósito,
alegría, paz y dignidad.
“Eres bendita
porque creíste que el Señor haría lo que te dijo”. – Lucas 1:45 (NTV)
Amor y gracia,
Sandy