“No excaves en
duda lo que sembraste en fe”.
– Elizabeth Elliot
¡Dios respalda
su palabra y siempre cumple sus promesas!
¿Estás de
acuerdo con esta verdad? Yo también. Aunque, francamente, se me hace más
fácil descansar en esta afirmación cuando las cosas marchan más o menos bien en
mi vida, pero cuando mi mundo está de cabeza y mis pensamientos parecen jugar
baloncesto con mis emociones, comienzo a desplazarme en dirección opuesta a mi
fe.
Y es que la
labor principal de la voz del temor y la duda es nublar el susurro de amor,
afirmación y dirección de Jesús, para hacernos susceptibles a cuantas mentiras
quieran aterrizar en nuestra mente.
Pero Dios no
quiere que midamos su fidelidad de acuerdo a nuestro estado de ánimo—como niñas
jugando a la suerte con una Margarita en la mano: me quiere, no me quiere, me
quiere, no me quiere. Poniendo en tela de juicio la soberanía de su palabra y
la seguridad de sus promesas, como si dependiera de la fragilidad de nuestro
esfuerzo y no de su gracia y misericordia.
“Pero la alegría es la vulnerabilidad radical del alma que se atreve a decir: “Soy la amada de Dios y descansaré en Él”. – Bonnie Gray
Jesús entiende,
Jesús escucha, Jesús responde, Jesús respalda. Él conoce nuestras debilidades y
no nos juzga por ello, al contrario, nos alienta recordándonos nuestra posición
como hijas, nuestra identidad en Él, su fidelidad hacia nosotras y su
suficiencia en nuestra insuficiencia:
“¡Sé fuerte y
valiente! No tengas miedo ni te desanimes, porque el Señor tu Dios está contigo
dondequiera que vayas”. – Josué 1:9
Fíjate que Dios
no dice que no sintamos temor, sino que no seamos prisioneras de este ¿Por qué?
porque Él está con nosotras dondequiera que vayamos.
Amiga, nuestra
valentía y nuestra fuerza no están condicionadas a nuestras emociones, sino a
la presencia de aquel va con nosotras en cada parte del camino ¡Nuestro Dios
Soberano!
Nuestra
vulnerabilidad no anula la fidelidad de Dios, y podemos descansar en la verdad
de que Dios respalda su palabra y siempre cumple sus promesas.
Tú eres mi
refugio y mi escudo; tu palabra es la fuente de mi esperanza”.
– Salmo 119:114
Amor y gracia,
Sandy