viernes, febrero 01, 2019

VALIENTE Y VULNERABLE A LA VEZ


“No excaves en duda lo que sembraste en fe”.
 – Elizabeth Elliot




¡Dios respalda su palabra y siempre cumple sus promesas!

¿Estás de acuerdo con esta verdad? Yo también. Aunque, francamente, se me hace más fácil descansar en esta afirmación cuando las cosas marchan más o menos bien en mi vida, pero cuando mi mundo está de cabeza y mis pensamientos parecen jugar baloncesto con mis emociones, comienzo a desplazarme en dirección opuesta a mi fe.

Y es que la labor principal de la voz del temor y la duda es nublar el susurro de amor, afirmación y dirección de Jesús, para hacernos susceptibles a cuantas mentiras quieran aterrizar en nuestra mente.

Pero Dios no quiere que midamos su fidelidad de acuerdo a nuestro estado de ánimo—como niñas jugando a la suerte con una Margarita en la mano: me quiere, no me quiere, me quiere, no me quiere. Poniendo en tela de juicio la soberanía de su palabra y la seguridad de sus promesas, como si dependiera de la fragilidad de nuestro esfuerzo y no de su gracia y misericordia.


“Pero la alegría es la vulnerabilidad radical del alma que se atreve a decir: “Soy la amada de Dios y descansaré en Él”. – Bonnie Gray



Jesús entiende, Jesús escucha, Jesús responde, Jesús respalda. Él conoce nuestras debilidades y no nos juzga por ello, al contrario, nos alienta recordándonos nuestra posición como hijas, nuestra identidad en Él, su fidelidad hacia nosotras y su suficiencia en nuestra insuficiencia: 

“¡Sé fuerte y valiente! No tengas miedo ni te desanimes, porque el Señor tu Dios está contigo dondequiera que vayas”. – Josué 1:9

Fíjate que Dios no dice que no sintamos temor, sino que no seamos prisioneras de este ¿Por qué? porque Él está con nosotras dondequiera que vayamos. 

Amiga, nuestra valentía y nuestra fuerza no están condicionadas a nuestras emociones, sino a la presencia de aquel va con nosotras en cada parte del camino ¡Nuestro Dios Soberano!

Nuestra vulnerabilidad no anula la fidelidad de Dios, y podemos descansar en la verdad de que Dios respalda su palabra y siempre cumple sus promesas.

Tú eres mi refugio y mi escudo; tu palabra es la fuente de mi esperanza”.
 – Salmo 119:114

Amor y gracia,

Sandy