sábado, enero 05, 2019

CAZADORA DE TESOROS


Generalmente las bendiciones de Dios vienen en forma de semillas, para darnos crecimiento, visión y confianza a través de cada parte del proceso.


¿Cuándo fue la última vez que leíste una frase que te tocó el alma? ¿Qué hiciste con ella? ¿La saboreaste y luego la olvidaste o la sembraste en tu corazón y hoy te cobijas bajo su sombra?

¿Sabes algo? Jesús es de detalles. A él le gusta conversar con nosotras, escuchar nuestras inquietudes, nuestros sueños y anhelos más profundos —esos que solo él conoce, entiende y puede hacer realidad— y si prestamos un poquito de atención escucharemos sus susurros de amor, sabiduría y dirección acompañándonos a través del desarrollo de nuestro día a día.

Por mucho tiempo mi relación con Dios partía desde una plataforma de obligación y búsqueda de aprobación, en vez de deleite y reposo. La carga de mí corazón era tan pesada que mi oración estaba limitada a solo tres palabras: Jesús, háblame clarito.

Puede que a los ojos humanos esta oración suene poco espiritual, pero el receptor de la misma se especializa en entender silencios, lágrimas y miradas cabizbajas.


“Las cenizas, el luto y la pesadez son monedas que se pueden intercambiar en oración por la belleza, la alabanza y la alegría de Dios”. – Katherine Ruonala

 


Llena de esperanza, me compré una libreta, con la seguridad de que mi oración sería contestada. Un versículo bíblico por aquí, una palabra de afirmación por allá, una foto en Facebook, un mensajito por Whatsapp de una amiga…una frase de un libro, un letrero en la calle, el estribillo de una canción, en fin, Dios es tan creativo que nos habla a través de todo.

La oración que comenzó con tres palabras, hoy se ha transformado en una pequeña biblioteca que queda como legado para mis hijas de la fidelidad y la paciencia que Dios ha tenido conmigo.

Amiga, Jesús te invita a cazar esos tesoros que diariamente son arrojados en tu dirección para fortalecerte, transformarte y bendecirte.

“Dios bendice a quienes aman su palabra y alegres la estudian día y noche. Son como árboles sembrados junto a los arroyos: llegado el momento, dan mucho fruto y no se marchitan sus hojas. ¡Todo lo que hacen les sale bien!” – Salmo 1:2-3

Amor y gracia,

Sandy