No es nuestra
habilidad lo que nos califica, sino la belleza de un corazón sincero, humilde e
imperfecto ante Jesús.
Jesús ama la
sinceridad de un corazón con más preguntas que respuestas...
Muchas veces
perdemos la oportunidad de compartir los verdaderos colores de nuestro corazón
con Jesús por temor al rechazo, cuando en realidad no hay nada en nuestro
interior que Él no sepa —aun así, nos ama y se deleita en pasar tiempo con
nosotras —.
Nos escondemos
detrás de palabras rebuscadas y formalismos que lo único que hacen es alejarnos
más y hacernos sentir hipócritas. Pero Jesús es tan bueno y paciente que en vez
de hacernos sentir inadecuadas, nos revela lo valiosa y especial que somos a
pesar de nuestras imperfecciones, para que a la luz de su amor ganemos la confianza
de ser nosotras mismas y podamos desempacar las cargas de nuestro corazón sin
temor ni vergüenza.
Un corazón vulnerable que corre a los brazos de Jesús siempre encuentra sanidad, dirección y reposo.
Acerquémonos con
la entrega de María Magdalena, quien contra toda crítica y opinión adversa se
postró a los pies de su Salvador. Sus lágrimas expresaron lo que sus palabras
no pudieron y el llanto interno de su corazón fue intercambiado por un nuevo
comienzo.
¿Qué hubiera
pasado si ella en vez de haberse enfocado en la gracia que Jesús le ofrecía se
hubiera enfocado en sus sentimientos encontrados y en las voces que la
desanimaban?
¡Pero no fue así!
Por esa
razón su historia sigue siento relevante, fresca e inspiradora para cada una de
nosotras.
Amiga, Jesús no
solo te invita a acercarte con total libertad a su presencia de amor y gracia,
sino que también, te lleva en sus brazos, camina al paso que puedas andar y te
escucha con paciencia.
¡Jesús te ama
tal como eres!
…entremos
directamente a la presencia de Dios con corazón sincero y con plena confianza
en él. – Hebreos 10:22
Amor y gracia.
Sandy