Jesús no te pide
que cambies, te pide que le permitas abrazarte en tu condición actual. ¡Su amor
se encarga del resto!
Querida amante
del café:
Por mucho tiempo
he sido tu amiga incondicional, confidente y compañera de bellos momentos.
Escucho tus
silencios, tus suspiros y todas esas conversaciones que tienes con Jesús, incluso
las que prefieres escribir en tu diario personal para que nadie escuche tus
dilemas y esos razonamientos locos que sólo tienen sentido cuando los compartes
con él.
¿Sabías que él
nunca se aparta de tu lado? Su presencia te acompaña a todas partes, lo que
pasa es que muchas veces le crees más a tu estado de ánimo y a tus
circunstancias, que a sus promesas.
Tienes que ver
su rostro cuando lloras en confusión y miedo; te atrae hacia él, y con dulzura
te susurra al oído: “No temas, yo estoy aquí. Cuando estás consciente de mi
amor por ti, el temor no tiene más remedio que huir.”
Un corazón vulnerable ante Jesús se para con firmeza y confianza frente a cualquier situación, principalmente las que carecen de esperanza.
A veces
parecieras no escucharlo, pero él nunca ha dejado de hablarte con palabras de
afirmación y aprobación, como tejiendo con su voz un manto de paz que te
conforta y te permite descansar.
Disfruto ver su
cara sonriente, llena de satisfacción, cuando te atreves a pedirle por todo
aquello que escapa de tu control, de tu poder, de tus recursos y conocimientos…
¡Definitivamente le gusta que creas en él!
Muchas personas
piensan que molestan a Dios cuando le piden por lo imposible, pero creo que es
precisamente ese tipo de oraciones las que lo hacen sonreír.
Orar es bailar con la esperanza, con la seguridad de que nuestra petición ha sido escuchada por aquel que tiene el poder de transformar lo imposible en posible.
Regularmente me
mantengo callada, y tú bien lo sabes, pero necesitaba decirte estas cosas para
que nunca dudes del amor de Jesús, de su fidelidad y de su constante presencia
en tu vida.
No hay problema
tan pequeño que él no quiera escuchar, ni tan grande que escape de su poder. Lo
mejor de todo, es que a él le encanta pasar tiempo contigo y escucharte sin
filtros ni modestia.
Así que te animo
a hacer de su compañía el momento más importante de tu día.
Con Cariño,
Tu taza de café.
¡Mira! Yo estoy
a la puerta y llamo. Si oyes mi voz y abres la puerta, yo entraré y cenaremos
juntos como amigos. – Apocalipsis 3:20
Amor y Gracia,
Sandy