Jesús sale a tu encuentro para amarte y restaurarte,
no para condenarte.
Hola,
Quiero que comiences este día recordando lo
valiosa y amada que eres. Yo sé que muchas veces piensas que no mereces mi
amor, pero ya va siendo hora de que sueltes esa carga y te dejes querer.
Mi amor por ti
no está condicionado al tamaño de tu fe, a tu madurez espiritual, ni a tu
registro de buena conducta.
Pagué con mi
propia vida el precio de tu libertad cuando te encontrabas en tu peor momento —incapaz de ayudarte a ti misma, en cadenas, ahogada
en tus circunstancias, sin esperanza en medio del dolor—.
Fui declarado
culpable para que fueras declarada inocente.
Cargué con tu
condena para que camines en total libertad.
Sobre mí llevé
todas tus enfermedades físicas y emocionales para que enfrentes cada día con
esperanza, deseosa de luchar por los sueños que he sembrado en tu corazón.
En la cruz
destroné todos tus miedos para que vivas en la plenitud de mi amor por ti.
¿Qué esperas
para tomar posesión de lo que te pertenece?
El temor y la desesperanza no tienen acceso a un corazón blindado con el amor de Dios.
Lo único que te
pido es que creas en mí, que descanses en mí, que recibas lo que te ofrezco por
gracia, y no trates de ganarlo por tus propios méritos. Por más que trates
jamás podrás comprar mi fidelidad con tu justicia propia.
Creer en mi
significa que, aunque no te sientas perdonada, sabes que lo eres.
Creer en mi
significa que valoras la verdad de mi palabra por encima de tus sentimientos.
Creer en mi
significa que yo soy la fuente absoluta de tu identidad.
Creer en mi
significa que vas a dormir tranquila, aunque en lo natural no le veas salida a
tu problema.
Jesús te ama, Jesús te entiende, Jesús te escucha, Jesús conoce tu corazón
Deja que mi
gracia espante tus miedos.
Deja que mi amor
te revele lo valiosa que eres.
Deja que mi
presencia le dé significado a todo lo que haces.
Pues he venido
para que tengas vida y la tengas en abundancia
Atte. -Jesús -
Los que buscan
su ayuda estarán radiantes de alegría; ninguna sombra de vergüenza les
oscurecerá el rostro. – Salmo 34:5
Amor y gracia,
Sandy