Detrás de cada mujer
valiente y determinada hay heridas y circunstancias que intentaron destruirla,
pero sobre todo una historia de gracia que la hizo renacer.
Tener la última
palabra puede que se sienta bien en el momento, pero mordernos la lengua y
dejar que sea Dios quien nos defienda tiene repercusiones mucho más
gratificantes.
No es fácil
tragar en seco mientras la injusticia nos escupe la cara y se burla de
nosotras. Se siente feo cuando hemos
puesto nuestra entera confianza en Dios, y las cosas en vez de mejorar,
empeoran,
las relaciones
acaban,
las amistades se
desgastan,
la familia
hiere,
los hijos se van,
la ansiedad nos
visita,
la tristeza nos
sofoca,
la salud se deteriora… en fin, la vida nos
sorprende con patadas en las zonas más vulnerables de nuestro corazón.
Podemos ver nuestras situaciones sin esperanza como un callejón sin salida o como una oportunidad de ser abrazadas por la gracia y la gloria de Dios.
Esperar en Dios
en medio del valle de sombras no es una posición de comodidad y celebración,
pero tampoco es una estación permanente.
Si ponemos
nuestras expectativas al nivel de Jesús y no al nivel de nuestros miedos,
saldremos victoriosas —ya sea porque Dios nos librará de la dificultad o nos
escoltará a través de ella.
¡Con Dios
siempre ganamos!
Dios abrió el
Mar Rojo para el pueblo de Israel.
Cerró la boca de
los leones y Daniel salió ileso.
Estuvo con los
tres jóvenes judíos —Sadrac, Mesac y Abed-nego— en el horno de fuego, y
salieron intactos.
José fue
prosperado en todo lo que hacía, simplemente porque Dios estaba con él, a pesar
de haber sido vendido como esclavo por sus hermanos.
¿Cuál es tu
historia?
Jesús te invita
a creer.
Jesús te invita
a cubrirte con Sus promesas.
Jesús te invita
a descansar en Su regazo.
Jesús te invita
a estar consciente de Su amor.
Jesús te invita
a estar consciente de Su protección.
Jesús te invita
a estar consciente de Su gracia.
Amiga, si del
cielo te caen limones, recuerda que tu insuficiencia es suficiente en las manos
de Dios. Así que sécate esas lágrimas y date permiso de ser feliz.
…Y convertiré el
valle de la desgracia en el paso de la esperanza. – Hosea 2:15
¿Te animas a
decir amén conmigo?
¡¡Amén!!
Amor y gracia,
Sandy