Si quieres
escuchar el corazón de Dios, el silencio es la clave. – Mark Batterson
Hoy más que
nunca siento la necesidad de desconectarme de las constantes demandas de mi
mundo externo y retomar el control de mis prioridades. Lo demás puede esperar.
Hoy más que
nunca necesito ver mi valor a través del brillo de tu mirada. Bailar sin vergüenza
ni complejos al ritmo de tu aprobación —perdida en tu sonrisa, segura en tu
gracia, respaldada por tus promesas. Lo demás es irrelevante.
Hoy más que
nunca necesito ser yo misma. Reencontrarme con mis pasatiempos favoritos, sin
importar cuan infantiles podrían sonar para otros. No sé, se me ocurre ver
caricaturas hasta que los ojos se me pongan como dos huevos fritos y mi corazón
suelte unas carcajadas como si nunca hubiera experimentado tristezas,
decepciones y fracasos. Lo demás importa poco.
Jesús, aunque el mundo vaya a mil por hora, decido refugiarme en la quietud de tu presencia, en la dulzura de tu amor y en la paz que tus palabras me infunden.
Hoy más que
nunca necesito dejar de preocuparme por llegar a la meta. ¿Cuál es el
afán? Prefiero disfrutar del crecimiento
que hay en el camino—los pequeños pasitos de progreso, los pequeños saltitos de
fe, las pequeñas victorias, pero, sobre todo, la riqueza de tu compañía, la
grandeza de tu amor, el poder de tu Palabra, la ternura de tu mirada, la
suavidad de tu abrazo, en fin, todo tú. Lo demás es lo demás.
Hoy más que
nunca necesito tomarme una taza de café, sin apuros ni responsabilidades.
Disfrutar del arte de no hacer nada, estar presente y degustar cada sorbito
como si fuera el primero. Lo demás puede esperar.
Jesús, hoy más
que nunca quiero ver el éxito a través de tus ojos. Intercambiar mis sueños por
los que tú me ofreces. Aprender a defender mi tiempo contigo y valorar sobre
todas las cosas el privilegio de saber que estás cerquita de mí. Todo lo demás
depende precisamente de este momento
No importa que
tan bueno parezca —si interrumpe mi paz y sabotea mis prioridades, no debería
ocupar lugar en mi agenda ni hacerme sentir culpable por dejar pasar la
oportunidad.
Hoy más que
nunca decido quitarme los patines, respirar profundo, defender mis prioridades
y ser feliz.
Deléitate en el
Señor, y él te concederá los deseos de tu corazón. – Salmo 37:4
Amor y gracia
Sandy