sábado, abril 14, 2018

PENSANDO CON MI TAZA DE CAFÉ


Amarte a ti misma comienza en creer, vivir, abrazar y celebrar la opinión que Dios tiene de ti.


Todavía con parte del cerebro en pijama y los ojos tratando de adaptarse a la luz del nuevo día, degusté cada traguito de café como si fuera el primero, ¡qué rico! Y pensar que la felicidad la podemos encontrar en lo simple y cotidiano, ¿verdad?

Desde la comodidad del sofá pasé inventario visual de la sala los adornos que me gustan, el juguete del perro debajo del mueble de la tele, la botellita de agua encima de mesa que alguien olvidó tirar a la basura, y la famosa orquídea de la ventana, con hojas moribundas a pesar de mi cuidado y dedicación.

¿Qué le pasará a esta chica? Una de dos: o no tengo buenas manos para las plantas, a lo que me opongo de manera rotunda, porque mi jardín está de lo más chulito, o no le asienta en ambiente —eso probablemente como que tiene un poco más de sentido.

Mami me dijo que no le hiciera mucho caso, que a veces se ponen así de ñoñas, pero de todos modos compré un tarro nuevo para trasplantarla y ponerla adonde pegue más el sol.

¡Ah! ¡Tremenda sorpresa me llevé! Puede que sus hojas hayan estado feítas, pero sus raíces no podían estar más saludables.

Hay victorias que todos ven y aplauden y otras que se libran internamente, a los pies de Jesús.



¿Sabes algo? Las grandes transformaciones ocurren de adentro hacia fueracuando decidimos ser receptivas al amor de Dios en medio de nuestras emociones despeinadas, circunstancias que aterran y voces ruidosas que luchan por distraernos de nuestra posición e identidad en Dios.

Nuestra libertad está en sabernos amadas por Dios, aunque nuestros sentimientos nos hagan sentir todo lo contrario. En recibir su gracia—favor gratuito e inmerecido de Dios— en esos capítulos de nuestra historia que nos hacen sentir vulnerables y avergonzadas.

Amiga, Jesús te ama, Jesús te acepta, Jesús te besa, Jesús te sonríe, Jesús te carga en sus brazos en la condición en que te encuentras en este mismo instante —en medio de tus dudas, en medio de tus fracasos, en medio de tus temores, en medio de tus adicciones, en medio de tus enfermedades, en medio de tus sueños rotos, en medio de tus carencias…

¡Da un salto de fe y piérdete en la seguridad de su amor por ti! 



Jesús no te pide que cambies. Él te pide que le permitas abrazarte en la condición en que te encuentras. ¡Su amor se encarga del resto!

¡Ay, se me olvidaba! La orquídea de hojas moribundas volvió a florecer, y entre sorbitos de café escucho el suave susurro de Jesús, recordándome que las grandes transformaciones comienzan conmigo, en mí, a través de Su amor.


Pero por la gracia de Dios soy lo que soy, y la gracia que él me concedió no fue infructuosa. – 1 Corintios 15:9

Amor y Gracia,

Sandy