viernes, abril 20, 2018

EMOCIONES DESPEINADAS


No necesito el aplauso de mis sentimientos ni la aprobación de mis emociones para creerle a Dios y avanzar en el camino que él ha trazado para mí.


¡Emociones! ¡Emociones! ¡Emociones! 

Por momentos nos hacen sentir que somos dueñas del mundo, que tenemos todo bajo control, para luego romper nuestra burbuja y hacernos sentir confundidas, temerosas y sin norte en la vida.

Todo puede estar marchando sobre ruedas, pero un simple comentario o un pensamiento no grato crean un tsunami de sentimientos con el potencial de robarnos la paz, amargarnos el día y transformar nuestro interior en una montaña rusa de peligro extremo.

 ¡Qué sensación más horrible! ¿Verdad que sí?

A todos nos pasa. A mí me pasa. Es más, creo que es una batalla que tenemos que ganar diariamente, y en la medida que aprendemos a sintonizar nuestros pensamientos en la frecuencia de Dios y no en la de nuestros miedos, avanzamos en la dirección correcta.


Mientras más firme creas que Él te está cuidando, más cambiarán tus pensamientos y sentimientos, y menos serás víctima de emociones y comportamientos poco saludables – Joseph Prince


Nuestras emociones son un regalo de Dios. Sin ellas fuéramos androides aburridos e insípidos, pero con ese regalo también vino un dispositivo llamado dominio propio, que nos permite estar en control de nuestra vulnerabilidad y no lo contrario.

 El antídoto perfecto para contrarrestar esos días donde nuestras emociones amanecen despeinadas podría ser contrario a nuestro razonamiento, pero su efectividad es indiscutible: hacer de la opinión de Dios nuestra opinión; su palabra, nuestra autoridad soberana; sus promesas, nuestro alimento y su amor, nuestro lugar de reposo.

Ok. Me explico: como nuestras emociones tienden a ser un reflejo de lo que dejamos aterrizar en nuestra mente, debemos hacer de la opinión de Dios nuestra torre de control —lo que se ordena a su verdad tiene entrada, lo que no, se manda a freír buñuelos—.

Recuerda: un pensamiento sana otro pensamiento. 


Jesús no quiere que mis pensamientos deambulen en el valle de la culpa y la condenación. Él quiere que esté consciente de Su amor y de Su gracia.

 


Amiga, Jesús quiere que medites en su amor, en su misericordia, en lo valiosa y especial que eres para él. Quiere que aprendas a encontrar tu fortaleza en su reposo, y que sus promesas sean el GPS de tus decisiones. Descansa en la gracia y en el amor de Jesús, hasta que llegues al punto donde creerle sea tan normal como respirar.

¡No te desanimes! No necesitas la aprobación de tu estado de ánimo para caminar en victoria.

¡Tú guardarás en perfecta paz a todos los que confían en ti; a todos los que concentran en ti sus pensamientos! – Isaías 26:3

Amor y Gracia, 

Sandy