viernes, febrero 09, 2018

CUANDO TE TOCA APLAUDIRTE A TI MISMA



Hay heridas tan profundas en nuestro interior donde solamente el toque sanador de Jesús tiene acceso a ellas.




Todas, de una manera u otra, tenemos un equipo de porristas que nos animan en este viaje llamado vida —la amiga optimista, que siempre resalta nuestra cualidades positivas ; la amiga que le falta un tornillo, que nos hace reír a carcajadas cuando nuestras circunstancias están bautizadas en zumo de limón ; la amiga aventurera, que nos saca de nuestra zona de comodidad y nos hace ver la vida desde otra perspectiva, y la amiga coach, que siempre tiene la palabra correcta para cada resfriado del alma.

Pero, aunque cada una de ellas es una pieza importante en nuestra vida, hay momentos donde pensamos que nadie nos entiende, nos sentimos ignoradas y hasta ponemos en tela de juicio la fidelidad de la amistad. Hasta que entendemos que hay desiertos emocionales que sólo se superan en el regazo y en el abrazo de nuestro amado Jesús.


Jesús te ama, Jesús te entiende, Jesús te escucha, Jesús conoce tu corazón.

 


Aunque los días grises no son muy populares, también tienen su encanto. ¡Claro! en el momento no son nada divertidos, pero a medida que rendimos nuestra insuficiencia, nuestras lágrimas y nuestros quebrantos a los pies de Jesús, somos abrazadas por su sobreabundancia —sobreabundante amor, sobreabundante misericordia, sobreabundante fortaleza, sobreabundante provisión, sobreabundante paz, sobreabundante gozo, sobreabundante estabilidad—.

Y es precisamente en esa entrega donde ganamos la confianza de aplaudirnos a nosotras mismas cuando nadie más lo hace, cuando nadie más entiende nuestro proceso.

Amiga, si alguna vez te has sentido así, ¡no te desanimes! No estás sola. Jesús está contigo en cada parte del camino y promete restituir cada una de tus lágrimas en belleza, crecimiento y celebración.

Pero yo te restauraré y sanaré tus heridas —afirma el Señor—. - Jeremías 30:17

Amor y gracia

Sandy