Algunas veces
Dios nos lleva a aguas profundas para enseñarnos a descansar en su mirada, y
así aprender a bailar sobre las olas de la adversidad.
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En mi opinión,
la disciplina más importante que debemos cultivar desde el momento que abrimos
los ojos en las mañanas, es aprender a bajarle el volumen a todas las voces que
compiten por nuestra atención y subirle el volumen a la voz de Dios.
¿Sabías que a
Jesús le encanta pasar tiempo contigo?
Cada día la mesa
está servida —deliciosas promesas, misericordias frescas,
exquisitas palabras de afirmación y sanidad, bocaditos de sabiduría, pastelitos
de gozo, y mucho más
—. El plato fuerte es Jesús
mismo, quien nos espera con una sonrisa, deseoso de escucharnos y equiparnos
correctamente para las responsabilidades diarias.
Y es
precisamente en nuestra disposición de acercarnos libremente y disfrutar de su compañía
y alimento lo que nos hace felices, disfrutar la simpleza de la vida y mantenernos
fuertes y esperanzadas en nuestros momentos más amargos.
Cuando meditas en la Palabra de Dios, estás poniendo tus pensamientos en cosas más altas y poniendo tu vida en la dirección del plan que Dios tiene reservado para ti. – Joel Osteen
Nuestra victoria
sobre la adversidad se encuentra en ajustar el lente y poner nuestra mirada en
Jesús, quien dulcemente nos dice:
Yo soy el pan de
vida. Si alguno come de este pan, vivirá para siempre.
Yo soy la luz
del mundo. El que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la
vida.
Yo soy el buen
pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas.
Yo he venido
para que tengan vida y la tengan en abundancia.
Y a medida que
descansas tu mente y corazón en la verdad de Jesús, tus miedos no tendrán más
remedio que derretirse; tus oraciones serán del tamaño de Dios, no de tus
miedos y circunstancias; aprenderás a soltar la carga; le dirás sin vacilar a
la montaña: serás llanura ante mis pies, porque Dios está conmigo. Él gana
todas las batallas.
No mires a tu
alrededor. Mira a Jesús. Y no te sorprendas si te invade una paz que sobrepasa
tu entendimiento y un gozo que te eleva por encima de tus circunstancias.
Amiga, ese es Jesús enseñándote a bailar sobre las aguas.
De aquel que
cree en mí, como dice la Escritura, brotarán ríos de agua viva.
– Juan 7:38
Amor y gracia,
Sandy