Jesús, que mi
oración sea un reflejo de tu fidelidad, no una sombra de mis temores.
Cuando tus
sentimientos naveguen en vía contraria a la verdad de Dios, confiesa lo que
crees, no lo que sientes.
Me pregunté una
y otra vez si estaba tomando la decisión correcta. Más que una amenaza, era una
realidad —el catastrófico huracán Irma impactaría el estado de la Florida en
las próximas 48 horas—.
Ver el éxodo masivo
de residentes escapando de la furia de la tormenta hacia estados del norte, me
hizo cuestionar la seguridad de mi casa y la de mi familia, a pesar de no
encontrarnos en zona de evacuación.
Sinceramente,
estaba hecha un saco de nervios, y mientras tomaba video de mi propiedad antes
de la llegada de Irma, por requerimiento de la compañía de seguro en caso de
una emergencia, ¡desperté! Mejor dicho, Jesús me despertó, porque la película mental
que cruzaba por mi mente no era nada alentadora.
“No tengas miedo cree nada más.” - Jesús
Mis temores tenían
fundamento, pero la esperanza que abrazó mi corazón me hacía entender que el
mismo Dios que sostenía el universo era el mismo que sostenía mi vida y la de los
míos, incluyendo mis mascotas y mis vecinos.
Eso no quiere
decir que mis sentimientos se alinearon instantáneamente a esta verdad; por dos
noches consecutivas dormimos con la alarma de tornado encendida en los celulares,
y eso no fue nada divertido.
Pero así
temblorosa y atemorizada me refugié en los brazos de Jesús, y a medida que
descansaba en Él, comencé a ver las cosas desde otra perspectiva. Me dije a mí
misma: Si ese huracán entra como categoría 5 por el centro de la Florida, mi
casa y las de mis vecinos serán testimonio de que Dios existe, nos escucha y
nos protege. Y si las casas se vuelan, Dios va a cuidar nuestras vidas y nos
dará casas más cómodas y más bonitas. ¡Como quiera saldremos ganando!
Mientras más fuerte griten tus temores, más fuerte aférrate a los brazos de amor que te sostienen.
Amiga, es normal
que nos sintamos tristes y vulnerables frente a todas las catástrofes que han
ocurrido en estos últimos días, pero, aunque nuestro interior y circunstancias parezcan tambalear, podemos descansar en la seguridad de que la
Roca que nos sostiene es inconmovible —sólida, segura, firme, fuerte e
imperturbable—.
Las promesas de
Dios están por encima de nuestros temores, de nuestras preocupaciones y de
nuestras adversidades; ellas nos confirman que Dios quiere, que Dios puede y
que Dios lo hará.
Aunque tú mundo
parezca estar de cabeza, parquea tu corazón en Sus promesas. Su fidelidad es
nuestro lugar seguro.
¡Los tiempos difíciles
nos hacen más fuertes!
Los que viven al
amparo del Altísimo encontrarán descanso a la sombra del Todopoderoso. Declaro
lo siguiente acerca del Señor: Solo él es mi refugio, mi lugar seguro; él es mi
Dios y en él confío. Salmo 91:1-2
Amor Y gracia,
Sandy