“El problema no
es la disposición o la capacidad de Dios de dar, sino más bien, nuestra
capacidad de creer y recibir.”
– Andrew Wommack
Imagínate un
momento donde todos tus problemas y tristezas son reciclados a tu favor y usados
como parte de una receta maravillosa diseñada por Dios especialmente para ti.
Donde tus
fracasos, miedos y luchas no son más que escalones estrechos y rocosos que te
llevan a la cúspide de una florida montaña llamada perspectiva.
Un instante
donde el bochornoso equipaje de culpa, vergüenza y condenación desaparecen ante
la presencia de quien pagó el precio por tu libertad para que vivas cada día en
la plenitud de Su amor y Su gracia.
Un abrazo de
esperanza, donde a medida que soleas tu alma bajo la luz de la Verdad, tus patrones
de creencias equivocadas caen como escamas y tu espíritu se renueva, cobra
ánimo y encuentra la pieza clave de su rompecabezas —Jesús —.
Si quiero vivir en la plenitud de Dios, debo llegar al lugar donde creer y recibir lo que Él me ofrece sea tan normal y esencial como respirar.
Muchas veces nos
privamos de este maravilloso banquete por temor al rechazo y a la decepción.
Sin darnos cuenta, archivamos el amor, la misericordia y la compasión de
nuestro Dios bajo el mismo expediente de la justicia humana, y quedamos atrapadas
en un círculo de derrota, tratando de lograr en nuestras propias fuerzas lo que
Jesús pagó por nosotras en la cruz, para vestirnos de justicia y reescribir el
libreto de nuestra historia con tinta de gracia.
La invitación
está abierta, ya el anfitrión ha salido a tu encuentro para asegurarte que
puedes venir tal como eres. No necesitas perfección, ni un reportorio de
palabras religiosas para impresionarlo.
A la luz de Su amor y Su gracia no tendrás más remedio que florecer.
Cree, recibe y
renueva tus pensamientos en la dirección de sus promesas y en la seguridad de
su aceptación, fidelidad y amor por ti.
¡Jesús te ama!
¡Jesús te
escucha!
¡Jesús te
entiende!
¡Jesús te
sonríe!
¡Jesús te
sostiene!
¡Mira! Yo estoy
a la puerta y llamo. Si oyes mi voz y abres la puerta, yo entraré y cenaremos juntos
como amigos. – Apocalipsis 3:2
Amor y gracia
Sandy