Cuando callo las
voces a mi alrededor y presto un poquito de atención, comienzo a escuchar la dulce
voz de Jesús armonizando cada detalle en mi vida.
En total
desesperación nos acercamos a Jesús buscando respuesta, dirección y paz
interna. Dejamos a un lado cualquier sombra de protocolo y nos rendimos a sus
pies sin filtros ni pretensiones, esperando que nuestro grito interno sea
traducido en la oración más sincera que jamás hayamos articulado —Señor, háblame clarito —.
En lo más
profundo anhelamos una voz audible con un coro de ángeles de fondo y una
descripción paso a paso de lo que debemos hacer, pero aparenta ser que Dios
tiene otros planes... así que se nos ocurre jugar bingo con nuestra Biblia, abriéndola
al azar, con los dedos cruzados, esperando el versículo que encaje a la
perfección en nuestra situación.
¡Por favor no me
hagan sentir que yo soy la única que ha hecho eso! Tú también lo has hecho, ¿verdad
que sí?
Finalizamos
nuestro encuentro con Jesús un tanto decepcionadas y más confundidas que nunca,
pero con la esperanza de que nuestra oración de sólo tres palabras sea
contestada:
Señor, háblame
clarito.
No hay oración tan simple que Jesús no disfrute escuchar, ni tan compleja que escape de su poder.
Y cuando pensábamos
que Dios se había olvidado de nuestra petición, nos llega a través de una foto
en Instagram, un pensamiento en Pinterest, un video en Facebook, o un mensajito
de una amiga en WhatsApp, exactamente las palabras que necesitábamos escuchar.
¡No las dejes
escapar!
Los seres
humanos tendemos a olvidar lo que necesitamos recordar, y recordar lo que
necesitamos olvidar. Por esa razón me parece súper efectivo, práctico y creativo,
disponer de un diario específicamente para esos versículos, frases, pensamientos,
fotos, recortes de revistas, mensajitos de texto, estrofas de canciones, etc.,
que tocan nuestro corazón y confirman que Jesús de alguna manera nos está
hablando clarito.
Mantener un diario es el mejor antídoto, quizás el único antídoto, para la amnesia espiritual.
– Mark Batterson
Personalízalo, llévalo
en tu cartera, léelo mientras esperas en la consulta médica, medita en esas
palabras en tu tiempo a solas con Jesús, ¡Pero no las dejes escapar!
Puede parecer
una disciplina una tanto vintage, por aquello de tomar apuntes con pluma y
papel, pero hay cosas que definitivamente no tienen la mínima intención de pasar de moda.
Amiga, Jesús
está cerquita de ti—cerquita para escucharte, cerquita para ser escuchado—, y en
la medida que pongas en mute las voces a tu alrededor y prestes un poquito de atención,
escucharás su dulce voz proclamando amor, gracia y propósito sobre tu vida.
¡No las dejes
escapar!
Y el Señor me
respondió: “Escribe la visión, y haz que resalte claramente en las tablillas, para
que pueda leerse de corrido.” – Habacuc 2:2
¡Jesús te está
hablando clarito! Documenta todo lo que está haciendo en tu vida.
Amor y gracia,
Sandy