sábado, junio 17, 2017

AUTÉNTICA, IMPERFECTA Y AMADA POR DIOS




Una mujer sabia no compite ni se compara. Corre su camino con valentía y dignidad aunque sus circunstancias no sean las perfectas, porque Jesús va con ella.


¿Quién o qué define tu valor como mujer?

¿Quién o qué define tu belleza?

¿Quién o qué es la fuente de tu identidad?

Hemos hecho del éxito, de la apariencia y de las agendas sobrecargadas, dioses de papel.

Llamamos productividad a una vida ocupada; confianza en sí mismo, a quien pretende controlar sus circunstancias y el rumbo de su vida en sus propias fuerzas; éxito, a seguidores y aplausos virtuales, y belleza, a la perfección.

Comparamos nuestra vida, nuestro cuerpo, nuestros talentos y nuestras relaciones con imágenes sumergidas en Photoshop y filtros de todos colores. 

Es tiempo de soltar esa presión social de propagandas irreales que no hacen más que robar nuestra paz, autenticidad y propósito.


¡Aferrémonos a un estándar de gracia, no de perfección!


Porque una mujer segura de sí misma no es la que se maquilla de rudeza y justicia propia para ganarse el respeto de los demás, sino la que depende de Dios en todo y para todo.

La que no busca su valor en cosas efímeras, no vive de la opinión de otros, ni le da vergüenza decir que en algunos aspectos de su vida se siente estancada.

Es vulnerable, imperfecta, un poco cobarde y muchas veces temerosa, pero al mismo tiempo sabe que es amada y aceptada por Dios.

No se considera competente en sí misma. Sabe que su capacidad proviene de su Salvador.

Descansa en saber que los planes que Dios tiene para ella superan sus sueños más absurdos. Corre su carrera con valentía y reposo, disfrutando cada parte del proceso, celebrando sus pequeños pasitos de fe.


Está vestida de fortaleza y dignidad, y se ríe sin temor al futuro. – Proverbios 31:25


Amiga, Jesús es la fuente de tu valor, de tu belleza y de tu identidad. Nadie más tiene autoridad de definirte.

Eres única, auténtica, bendecida, cuidada, guiada, fuerte, talentosa y completa en Jesús.

Por eso yo corro cada paso con propósito. – 1 Corintios 9:26

¡En Su amor no nos falta nada!


Amor y gracia,

Sandy