Cuando oro con
la certeza de que Jesús me escucha con amor, se me hace más fácil desempacar
las heridas y las cargas dolorosas de mi corazón ante Él.
¿Qué tan fácil
se te hace hablar con Jesús?
No me refiero a
hacer oraciones elaboradas por otros o de recitar alguna porción de la Biblia —obviamente no hay nada de malo en eso, pero me refiero a una conversación de corazón a
corazón, sin caretas ni palabras rebuscadas.
No sé, pero se
me hace un tanto plástico y hasta aburrido, relacionarnos con alguien cuyo único
método de comunicación sea un libro de poemas, una tarjeta bonita de la
farmacia o un repertorio de versículos bíblicos. ¿No te parece?
Hubo un tiempo
en mi vida donde orar no era parte de la ecuación; el temor a su rechazo me
hizo disparar la llave de mi corazón al lugar de nunca jamás, pero se me olvidó
que el GPS de Dios nunca falla. ¡Su amor aplastó todas mis medidas de seguridad
y caí derretidas en el jardín de su gracia!
Los que a él acuden
se llenan de alegría y jamás pasan vergüenzas. – Salmo 34:5
¿Sabías que a
Jesús le encanta pasar tiempo contigo? ¡Si, contigo! Le gusta escucharte
hablar con sinceridad —sin filtros ni pretensiones—, al fin de cuentas Él te
conoce muchísimo más de lo que te conoces a ti misma.
Jesús entiende a
la perfección el lenguaje de tu silencio, la elocuencia de cada una de tus
lágrimas y las virtudes y debilidades de tu temperamento. Así que con Él puedes
ser tú misma.
Yo creo que uno
de los obstáculos que nos impide acercarnos a Jesús es el temor a ser
rechazadas e incomprendidas. Pensamos que nuestras faltan pintan su rostro de
dureza y decepción, cuando en realidad su rostro se derrite de amor hacia
nosotras.
Cual padre que
ve a sus hijos al borde del peligro, corre a nuestro encuentro para socorrernos,
perdonarnos, confortarnos, abrazarnos con su sobreabundante gracia y vestirnos
con su justicia. ¡Créelo!
Hablar con Dios
hace que las cosas cambien, y dejar que Dios te hable hace que tu cambies —te
hace fuerte, te hace firme, te llena de valor y determinación.
- Saulo Hidalgo
Amiga, recuerda
que no necesitas la aprobación de tus sentimientos para expresar a todo color
tu vulnerabilidad en su presencia. De hecho, Él te invita a entrar con toda
confianza al trono de su gracia.
Allí encontrarás
un manjar para tu alma, sin importar la gravedad de tus faltas, ni la
complejidad de tu situación, Porque redimirte fue su plan, amarte su delicia y
lo imposible, su especialidad.
La mesa está
servida. El café recién colado. Jesús te espera con una sonrisa en su rostro para
abrazarte con su amor, sanar tus heridas y bendecirte con la paz y felicidad
que tanto anhela tu alma.
¡Disfruta de su
compañía!
Amor y gracia,
Sandy