sábado, abril 15, 2017

AHORA QUE TE TENGO CERQUITA DE MI



Cuando abro mi mente y mi corazón a la verdad de que Jesús me ama de manera única y personal, sin exigirme perfección, comienzo a caminar en la plenitud que Él dulcemente me ofrece.


¿Alguna vez has querido acurrucarte en los brazos de Jesús de tal manera que puedas escuchar los latidos de su corazón?

Perdona mi silencio Jesús, pero la emoción de tenerte tan cerquita me robó la elocuencia.

Había esperado tanto este momento que tengo que pellizcarme para asegurarme de que no estoy soñando y que de verdad estás junto a mí.

¿Será que tienes un kleenex? Te voy a mojar toda la ropa con mis lágrimas…sé que no te importa y, a decir verdad, mi corazón se derrite cada vez que limpias mi cara con tus dedos.

¡Gracias! Se me hace un nudo en la garganta al ver las marcas de los clavos en tus manos. Permíteme besar tus cicatrices y expresarte mi amor y gratitud, aunque sea en mi limitada humanidad.

Pensar que pudiste bajar de ese madero y revelar tu poder y majestad frente a los hombres, pero tu amor por mí te mantuvo firme hasta el final.

Viste mis faltas, mis pecados, mi dolor, mi enfermedad, mis fracasos, mi tristeza y mi necesidad de salvación, por eso te ofreciste como sacrificio perfecto. Lo planificaste todo, sin pasar por alto ningún detalle. 

En la Cruz Jesús reescribió el libreto de mi vida con tinta de gracia.


Caminaste mis calles, conociste mi gente, comiste de mi pan, sonreíste, lloraste, te identificaste conmigo en todas las formas posibles y así ganarte mi confianza, conquistar mi corazón y asegurarme que siempre estarás cerquita de mí. ¡Y sé que lo estás!

¿Sabes que eres mi verdadera historia de amor? Tú lo sabes todo, pero se siente bien decírtelo. También se siente bien decirte que sin ti mi vida no tiene sentido y que contigo todo es más lindo y colorido, aunque mi mundo algunas veces esté patas arriba.

Ahora que te tengo cerquita de mí quiero descansar en tu abrazo, perderme en tu sonrisa y recibir el toque dulce y sanador que emana de tu voz.

Ahora que te tengo cerquita de mi recibo tu amor, tu perdón y tu aprobación; sin miedo, culpa ni vergüenza.

¡Gracias por el regalo de tu gracia!

¡Gracias por bendecirme con lo que sé que no merezco!

El verdadero amor no consiste en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y envió a su Hijo, para que nosotros fuéramos perdonados por medio de su sacrificio.



-1Juan 4:10



Amor y Gracia,

Sandy