Lo que permito
aterrizar en mi mente dicta el ritmo de mi estado de ánimo.
Ese momento
donde olemos algo podrido en la nevera y no damos píe con bola de lo que pueda
ser... olemos la carne, sacamos el jamón, revisamos las verduras y no
encontramos la prueba del delito. Hasta que finalmente decidimos sacarlo todo y
encontramos en el lugar más insólito, un pedazo de queso más viejo que Matusalén.
De igual manera,
muchas veces nos sentimos asfixiadas en un tsunami de emociones tóxicas que
controlan la manera en que percibimos la vida, a los demás y a nosotras mismas.
Y nos preguntamos ¿por qué me siento así?
Es que siento
que no sirvo para nada, siento que nadie me entiende, me siento rechazada por
Dios... me siento, me siento, me siento, y así pasan días, meses y años, hasta
que caemos en la trampa de dejarnos definir por nuestros sentimientos y
emociones.
Yo pienso que
nuestros sentimientos nos indican la manera como nos sentimos, pero no deberían
dictar nuestra percepción de la realidad, porque ellos no siempre dicen la
verdad.
No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente. – Romanos 12:2
La clave está en
la calidad de nuestros pensamientos—en lo que dejamos posar en nuestra mente,
en el susurro que preferimos escuchar, en los hechos y razonamientos en los que
decidimos meditar.
Nuestros
sentimientos y emociones son un reflejo directo de nuestros pensamientos, por
eso es tan importante filtrar todo que vuela sobre nuestra cabeza con la
opinión de Dios.
Es impresionante
lo bien que se siente cuando meditamos en el amor de Dios, en la riqueza de su
gracia, en su fidelidad, en su perdón, en su favor y en todo lo que somos en
Él.
Lo visualizo
como una ventana que se abre de par en par, inundando la habitación de brisa
fresca con olor a flores recién cortadas, mientras somos embestidas con la paz
que sobrepasa todo entendimiento, la que sólo Jesús puede dar.
Tus pensamientos controlan tus sentimientos. No te preocupes por los sentimientos. Ocúpate de tus pensamientos. Tus sentimientos te seguirán.
– Gregory Dickow
Renovar nuestra
mente no es un proceso de un día. Como todo lo que vale la pena, se requiere
disciplina y perseverancia.
Una manera muy práctica
que a mí me ayuda mucho es el uso de un diario, lo que se conoce en inglés como
un journal.
Caza versículos,
pensamientos, estribillos de canciones cristianas que resuenen con tu situación
y escríbelos en tu libreta. Luego toma tiempo para meditar en esas palabras—antes
de acostarte, temprano en la mañana con tu cafecito, mientras esperas en el
consultorio, mientras estás en el secador de pelo…o como te sea más cómodo.
Amiga, un
pensamiento sana otro pensamiento. Y un pensamiento sano es el antídoto para
una emoción maloliente.
Poco a poco, de
la mano de Jesús—disfrutando de su compañía, de su Amor, de su Gracia y su
fidelidad.
¿Sí o sí?
¡Bendecida
Semana!
Sandy